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Cigarrillo y daños para la salud: cifras

En la actualidad ha cobrado vigencia una vieja polémica: prohibir o no prohibir el acto de fumar, particularmente en lugares públicos en los que aún se permite hacerlo.

Se esgrimen razones de libertad individual, de no intromisión del Estado en cuestiones de índole absolutamente privada, como es el hecho de experimentar una práctica, que incluso cuenta con el reconocimiento público como una de las formas de placer que tiene el ser humano, inmortalizada por un reconocido tango.

Lo cierto que más allá de la libertad que cada persona tiene de llevar a cabo actos que pueden o no afectar su salud, en su propia casa y bajo su entera responsabilidad, el acto de fumar en lugares públicos, es decir, compartidos por otras personas, implica someter a esas personas a la exposición involuntaria al humo del tabaco.

Repetidamente se ha señalado el papel nocivo del tabaquismo pasivo (Tabaquismo pasivo en América Latina. Tabaquismo pasivo. Tabaquismo pasivo Parte 2). Por este motivo, se comprende la intención de preservar a personas que no desean exponerse a este contacto desfavorable para la salud, al humo de cigarrillos fumados por otros congéneres.

Es cierto que la prohibición es algo que irrita a todos (no sólo a los más jóvenes), pero la falta de existencia de normativas generales puede generar situaciones de roces y de conflictos personales por la falta de aceptación del fumador acerca de la necesidad de que su prójimo no fume a la par suya. Un párrafo aparte lo constituye la situación de menores o personas discapacitadas que se ven obligados a compartir ambientes con humo de tabaco, por estar imposibilitados de hacer valer su derecho.

Los efectos del tabaco en cifras
Recientemente, un grupo de expertos reunidos en el V Congreso Español del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo, señalaron que más de 70.000 estudios científicos y múltiples informes elaborados por instituciones sanitarias de todo el mundo demuestran a las claras el potencial nocivo del tabaco sobre la salud humana. De esta forma, esos números transforman al carácter nocivo del tabaco como la evidencia médica más contundente a lo largo de la historia de la medicina.

Estas investigaciones han demostrado incuestionablemente, como lo señala el neumonólogo Dr. Miguel Barrueco, del Hospital Universitario de Salamanca (España), la vinculación entre monóxido de carbono propio de la combustión con afecciones cardiovasculares, de la adicción provocada por la nicotina y de las enfermedades que limitan la calidad de vida (como es el caso de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica) o que la ponen en riesgo muy grave (como es el caso del cáncer de pulmón, de las vías aéreas, del estómago y de la vejiga).

De este modo, el especialista español remarca que el consumo de tabaco debe ser considerado como la primera causa de muerte prevenible en los países desarrollados y, probablemente, en el resto del mundo.

Las estadísticas demuestran que el tabaquismo mata anualmente a 4 millones de individuos de todo el mundo. En el caso de España, país al que nos ligan lazos no sólo de sangre sino de costumbres, hábitos e idiosincrasia, se calcula que a lo largo de 1992 se registraron 46.226 decesos relacionados al uso de cigarrillo. Estas cifras ascendieron a 55.613 durante 1998 y registraron cifras de 60.000 fallecimientos relacionados al acto de fumar, en el 2004 que recientemente finalizó. Las cifras de 60.000 muertes al año corresponden a 1.154 decesos por semana, 328 cada fin de semana, 164 cada día y 7 por hora.

Por otra parte, 60.000 defunciones corresponden al 16% del total de muertes anuales en personas mayores de 65 años.

Las cifras hablan de muertes, es decir, de casos para los cuales no existen reparaciones posibles. Pero a ello deberíamos sumar la cantidad de personas que enferman gravemente con padecimientos cardiocirculatorios (recordemos que el cigarrillo "cierra" las arterias con cada pitada), de fibrosis del aparato respiratorio, y de afecciones neoplásicas, que transforman a personas jóvenes en individuos enfermos, discapacitados para muchas tareas y víctimas de un flagelo sin sentido.

Por este motivo, reflexionemos sobre las decisiones cotidianas que no sólo afectan nuestra integridad y la de nuestra familia, sino las de compañeros de trabajo, coterráneos o de ilustres desconocidos con los cuales nos ha tocado compartir un determinado lugar del planeta, en una determinada dimensión de tiempo. Tenga una actitud solidaria hacia ellos y meditemos sobre nuestra responsabilidad con la vida propia.

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