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Sobrepeso y obesidad, dos enemigos de la salud

Desde hace varios años, vienen marchando a paso redoblado y se han convertido en el quinto factor principal de riesgo de muerte en el mundo. El sobrepeso y la obesidad -acumulación anormal o excesiva de grasa- vienen hostigando la salud de una buena parte de la población mundial. 
Se atribuye su causa a un desequilibrio energético entre las calorías consumidas y las gastadas. Las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud revelan que el año pasado, más de 1.900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 600 millones eran obesos. 

Nuestro país no escapa a esta preocupante realidad. De acuerdo con los datos divulgador de 3° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, efectuada por el Ministerio de Salud de la Nación el año pasado, el 60% de los argentinos tiene sobrepeso y el 20%, obesidad. Hace una década el 14,6% de la población presentaba obesidad, lo que indica que hubo un incremento de un 42,5%. Además, reveló que el 34% de la población es hipertensa.

En 2013, nuestras autoridades sanitarias informaron que alrededor de 300 mil tucumanos eran obesos. En 2005, el mal afectaba al 17,2% de la población; en 2009, al 19,6% y en 2012, al 21,6%. En agosto de 2012, un trabajo de la Sociedad Argentina de Pediatría, filial local, indicó que el 40% de los chicos tucumanos sufría sobrepeso y un sector importante padecía de obesidad. Más de la mitad de los niños consultados ni siquiera pasaba una hora por semana al aire libre con sus amigos; y destinaba menos de una hora, de lunes a viernes, a actividades físicas extra escolares.

El doctor Alejo Grosse, que está presidiendo el XXII Congreso Argentino de Hipertensión Arterial, dijo que la obesidad, la diabetes y la insuficiencia renal son alteraciones relacionadas entre sí, y conforman un problema grave a nivel mundial. “En nuestro país son causa del incremento de hemodiálisis y trasplantes renales -algo poco conocido por la población, y el control de la presión arterial está en el centro de esa problemática”, señaló.
El sobrepeso y la obesidad se producen porque hay un mayor consumo de alimentos hipercalóricos ricos en grasa, sal y azúcares, pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes, así como por el sedentarismo.

La comida chatarra sigue causando estragos en la población. La escuela no ayuda a los chicos porque la actividad deportiva se reduce a un par de horas semanales de educación física que no cubren las necesidades de movimiento para cuerpos en desarrollo. Los quioscos escolares ofrecen justamente lo contraindicado: golosinas, gaseosas, galletas, panchitos, alfajores, papas fritas, tentaciones difíciles de rechazar.

Se debería diseñar una política de Estado que involucre a las áreas de educación, salud y deportes. Los hábitos básicos de alimentación sana deberían adquirirse desde jardín de infantes. Se deberían incrementar las horas de educación física, promover tal vez la realización de competencias interescolares en atletismo, natación, básquet, o bicicleteadas educativas por lugares históricos o sitios de interés de la ciudad. 

Formar, por ejemplo, gabinetes itinerantes que detecten a los chicos con sobrepeso y que trabajen con los docentes y los padres. La educación es el punto de partida para mejorar la salud mental y física de la sociedad. Sería conveniente que no lo olvidáramos.

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