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¿Porqué, dormir es fundamental para sobrevivir?

A pesar de que dormimos un tercio del día y de que tenemos muy claro que privarnos del sueño tiene consecuencias directas sobre nuestra salud física y mental, el sueño sigue siendo, en gran parte, un misterio.

Científicos demostraron que hay picos en el electroencefalograma de un sujeto dormido cuando se pronuncia su nombre en voz alta.

¿Cuánto tiempo puede permanecer una persona sin dormir de forma voluntaria? 

Nadie ha logrado superar hasta ahora el récord de Randy Gardner, quien en 1963, siendo un estudiante de secundaria, pudo mantenerse despierto durante 264,4 horas —once días y veinticuatro minutos— en el marco de un proyecto escolar. A pesar de que logró recuperar sus pautas de sueño normales después del episodio, años después, en lo que él mismo llamó una “retribución kármica” por su proeza adolescente, experimentó un fuerte insomnio.

Alrededor del 10 al 20% de los adultos en el mundo sufren de insomnio. Este se ha asociado con diversas afecciones como la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiacas, el cáncer y la depresión. La dificultad para iniciar o mantener el sueño repercute en la salud física y mental pues, como dice en su libro El cuerpo humano: guía para ocupantes el divulgador científico Bill Bryson: “No hay ninguna parte del cuerpo que no se beneficie del sueño o no sufra por su ausencia”.

Si nos privan del sueño durante el tiempo suficiente, nuestro cuerpo no podrá soportarlo y moriremos. No obstante, como demuestra un experimento realizado en 1989, por investigadores de la Universidad de Chicago que mantuvieron despiertas a diez ratas hasta que el agotamiento las mató, sus autopsias no mostraron ninguna anormalidad específica que explicara sus muertes.

El sueño se asocia a múltiples procesos fisiológicos: el restablecimiento del equilibro hormonal, la eliminación de las neurotoxinas acumuladas en el cerebro, el reajuste del sistema inmunitario y la consolidación de los recuerdos. El sueño no solo es una necesidad biológica que compartimos con los animales, sino que además es fundamental para nuestro funcionamiento cognitivo y emocional.

LOS MISTERIOS DE LA FASE REM

En 1951, Eugene Aserinsky probó una máquina para medir las ondas cerebrales en su hijo de ocho años y descubrió, por primera vez, lo que ahora se conoce como sueño de movimientos oculares rápidos, o REM, en palabras de Bill Bryson, “la más interesante y misteriosa” de las fases del sueño. En ella, no solo los ojos experimentan movimientos rápidos bajo los párpados, sino que además algunas partes del cerebro están más vivas que cuando estamos plenamente conscientes.

La explicación más frecuente es que la inmovilización del cuerpo, pero no de los ojos, impide que nos hagamos daño mientras estamos soñando. En promedio, una persona se da la vuelta o cambia de posición unas 30 a 40 veces en el transcurso de la noche. Además, los momentos de alerta y despertares breves nocturnos pueden sumar unos 30 minutos en total, sin que seamos conscientes de ellos.

Entre las parasomnias —los trastornos del sueño— más comunes están las pesadillas, los terrores nocturnos, el sonambulismo y el despertar confuso. Y mientras unas 4 millones de personas en el mundo sufren de narcolepsia, un trastorno debido a la falta del receptor hipocretina, al menos el 50% de las personas que roncan sufren de apnea del sueño.

Pero, definitivamente, entre los misterios del sueño más curiosos está la sensación abrupta de tropezar y caer mientras dormimos, conocida como espasmo mioclónico o sacudida hipnótica. Como cuenta Bryson, existe la teoría de que el origen de esa sensación “se remonta a los tiempos en los que dormíamos en las copas de los árboles y debíamos tener cuidado de no caer”.

Un caso similar de alerta en el sueño lo muestran los estudios de la Universidad de Oxford que descubrieron picos en el electroencefalograma cada vez que se pronunciaba en voz alta el nombre de los sujetos dormidos. Asimismo, mucha gente es capaz de despertarse a una hora determinada sin alarma, lo cual demuestra que alguna parte de su mente está pendiente de hacerle seguimiento al mundo real a pesar de esta durmiendo.

LA NECESIDAD DEL SUEÑO

Si bien es cierto que sabemos que necesitamos dormir un número determinado de horas cada noche para estar en forma óptima durante la vigilia, la cantidad de sueño que necesita cada animal —incluyendo al ser humano— varía de forma considerable entre las especies. Mientras los caballos y los elefantes duermen solo dos o tres horas al día, el perezoso de tres dedos en cautiverio duerme unas veinte, y algunas aves y mamíferos marinos tienen la capacidad de apagar la mitad de su cerebro e ir alternando, para que mientras una parte dormita la otra se mantenga alerta.

Los seres humanos, por nuestro lado, requerimos entre 6 y 8 horas de sueño nocturno diarias, pero esto, sobre todo, cuando somos adultos. Los bebés duermen alrededor de 15 horas diarias, los niños pequeños, unas 12; y los adolescentes, unas 10.

Tal como afirma Bryson, existe la creencia universal de que el sueño responde a alguna profunda necesidad elemental. Que, de alguna forma, nos prepara para estar despiertos. Y, aunque año tras año se desarrollan estudios sobre esta necesidad básica, aún no tenemos claridad absoluta sobre por qué es tan importante. Lo que sí está claro es que, en palabras del autor de El cuerpo humano: guía para ocupantes, “el sueño es, obviamente, mucho más que un mero descanso”, más que mera “inactividad reparadora”.

Si te ha interesado este tema, puedes encontrar más información en el libro “El cuerpo humano: guía para ocupantes”, que está incluido en el Pack Bill Bryson: Una breve historia de casi todo + El cuerpo humano, publicado por RBA, una combinación de lecturas que te acompañará en el camino de conocer temas que van desde el funcionamiento de las tripas hasta los misterios de la astronomía.

Fuente: nationalgeographic.com.es

¿Qué es el Hígado graso?

El hígado graso puede estar o no inflamado. La inflamación del hígado debido a hígado graso se llama esteatohepatitis. Esta inflamación puede ocasionar la formación de cicatrices conocidas como fibrosis. La fibrosis a menudo progresa a cirrosis, debido a que la cicatrización distorsiona la estructura del hígado y deteriora su función.


El hígado graso, con o sin fibrosis, debido a cualquier trastorno, excepto al consumo de grandes cantidades de alcohol, se denomina enfermedad hepática grasa no alcohólica (EHGNA). La EHGNA se desarrolla con mayor frecuencia en las personas que presentan por lo menos una de las características del síndrome metabólico:
Exceso de peso
Niveles altos de grasa en la sangre (triglicéridos y colesterol)
Resistencia a la insulina


La inflamación del hígado debida a EHGNA se denomina esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). Esta inflamación puede ocasionar la formación de cicatrices (fibrosis) y cirrosis.

La EHGNA

La enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA). Abarca a un grupo de afecciones en las que se presenta excesiva acumulación de grasa dentro del hígado. En personas que consumen poco o nada de alcohol. La forma más común de esta enfermedad es una afección no grave conocida como hígado graso, en la que se acumula grasa dentro de las células hepáticas. A pesar de que tener grasa en el hígado no sea lo normal, la grasa en sí misma, posiblemente no daña al hígado.

Entre la gente con enfermedad por hígado graso no alcohólico, un grupo pequeño podría presentar una afección más grave, llamada esteatohepatitis no alcohólica (EHNA). En la esteatohepatitis no alcohólica, la acumulación de grasa se relaciona con una inflamación de las células hepáticas y diferentes grados de fibrosis. La esteatohepatitis no alcohólica puede ser una afección grave, capaz de derivar en la presencia de mucha fibrosis en el hígado y cirrosis.

La cirrosis ocurre cuando el hígado sufre bastantes daños y el tejido fibroso gradualmente reemplaza a las células del hígado (ver la ilustración), lo que conduce a que el hígado sea incapaz de funcionar adecuadamente. Algunos pacientes que desarrollan cirrosis podrían terminar requiriendo un trasplante de hígado (operación para extirpar el hígado dañado y reemplazarlo con otro “nuevo”).

¿Cuán comunes son la enfermedad por hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica?

La enfermedad por hígado graso no alcohólico es un trastorno muy común. Se calcula que esta enfermedad afecta hasta a 20 por ciento de personas adultas y casi 5 por ciento de niños. Se cree que la obesidad es la causa más común de infiltración grasa en el hígado.

Algunos expertos calculan que en Estados Unidos, alrededor de 66 por ciento de adultos obesos y hasta 20 por ciento de niños obesos podrían tener hígado graso. Igualmente en Estados Unidos, cerca de 2 a 5 por ciento de las personas adultas y hasta 20 por ciento de gente obesa podría padecer la afección más grave de esteatohepatitis no alcohólica, aunque se desconoce la cantidad de niños que tendría esteatohepatitis no alcohólica.

En los últimos diez años, la tasa de obesidad en Estados Unidos se ha duplicado entre los adultos y triplicado entre niños y adolescentes, lo que explicaría por qué la enfermedad por hígado graso no alcohólico y la esteatohepatitis no alcohólica se han vuelto más comunes.

¿Cuáles son los riesgos de padecer la enfermedad por hígado graso no alcohólico o la esteatohepatitis no alcohólica?

Según el Colegio Americano de Gastroenterología, la mayoría de gente con enfermedad por hígado graso no alcohólico, especialmente quienes tienen hígado graso simple sin inflamación, casi no presentan problemas fruto de la afección. No obstante, alrededor de 25 por ciento de quienes padecen esteatohepatitis no alcohólica podrían presentar fibrosis hepática que empeora con el tiempo. El avance de la fibrosis es lento y puede demorar años o hasta décadas. En algunos pacientes, la fibrosis puede estabilizarse y existen casos en los que las personas perdieron bastante peso y luego se comprobó que la fibrosis revirtió. En otras personas, en cambio, la afección continúa avanzando y se acumula tejido fibroso en el hígado, derivando en cirrosis.

Fuente: eternal.mx

¿Cómo evitar el estrés y prevenir enfermedades mentales?

Saber gestionar las emociones ante las situaciones tensionantes y tener una vida social activa son claves fundamentales para evitar la depresión y la ansiedad. Cuándo consultar al médico.


Las enfermedades mentales son cada vez más prevalentes en nuestra sociedad, pero algunos de estos trastornos brindan señales para estar atentos.

Me han preguntado varias veces si se pueden prevenir las enfermedades mentales. Claro que sí. Igual que se puede prevenir la diabetes, la hipertensión, existen varias cosas que todos podemos hacer.

Primero debemos prestar atención al estrés, que está estrechamente relacionado con nuestras emociones y nuestra percepción de las circunstancias que vivimos cada día. El estrés no significa necesariamente que estemos sobrecargados o cansados, sino que se produce cuando uno sufre lo cotidiano, se manifiesta como una relación directa entre las amenazas de nuestro entorno (incertidumbre laboral, un discusión con un familiar, la pérdida de un ser querido) y nuestra capacidad de resistencia ante esa situación.

El estrés crónico puede desencadenar trastornos como la ansiedad y la depresión. Una correcta alimentación y seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere realizar actividad física aeróbica, como caminar a paso rápido, al menos 150 minutos por semana, son algunas de sus recomendaciones.

Las relaciones sociales también juegan un papel crucial en la prevención de los problemas de salud mental. Le digo algo más, los vínculos personales son importantísimos para no enfermar mentalmente. Tener una vida social activa con su familia y su grupo de amigos.

Pero hay un mensaje aún más crucial: la importancia de no naturalizar síntomas. Si se siente tristeza, ansiedad o se cree tener depresión, es fundamental consultar a tiempo a un especialista que pueda orientarnos e indicarnos qué tratamiento es el adecuado.

La capacidad de control reduce el estrés

En cuanto al estrés, otro concepto clave es la capacidad de control. Imagine una situación en la que dos personas cambian roles mientras conducen un auto. Aunque uno de ellos pueda manejar peor que el otro, el estrés disminuye cuando siente que tiene control del volante. Este ejemplo sirve para ilustrar la relación inversa entre la sensación de controlar la vida y sentir que otros lo hacen por uno.

Cuando yo tengo la capacidad de controlar mi vida, encuentro el equilibro. Pero tenga en cuenta que la percepción no es la realidad. La realidad son hechos interpretados desde nuestros propios procesos psíquicos. “Lo que es estresante para Juan no lo es para Pedro”, y así es la subjetividad en la vida.

Si una persona siente que no tiene control sobre su vida, su nivel de estrés será más alto.

Por todo esto, queda claro que la percepción, el control y la actividad física y social son herramientas fundamentales para prevenir enfermedades mentales y mantener el bienestar.

*El doctor Daniel López Rosetti es médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH). Y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.

Fuente: Infobae

Que es el Sindrome de Asperger?

El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la forma en que las personas se comunican e interactúan con los demás. Las personas con síndrome de Asperger suelen tener un lenguaje fluido y una capacidad intelectual media o incluso superior a la media de la población, pero pueden tener dificultades para comprender y responder a las señales sociales, para establecer y mantener relaciones y para adaptarse a los cambios en su entorno.

Las características principales del síndrome de Asperger son:

- Dificultades en la interacción social: las personas con síndrome de Asperger pueden tener dificultades para entender las señales sociales, como el lenguaje corporal, el tono de voz y las expresiones faciales. También pueden tener dificultades para establecer y mantener relaciones, para comprender los sentimientos de los demás y para responder a ellos de manera apropiada.

- Dificultades en la comunicación no verbal: las personas con síndrome de Asperger pueden tener dificultades para utilizar la comunicación no verbal, como el lenguaje corporal, el contacto visual y las expresiones faciales. También pueden tener dificultades para entender el significado de la comunicación no verbal de los demás.

Intereses restringidos y repetitivos: las personas con síndrome de Asperger suelen tener intereses muy específicos y absorbentes. Estos intereses pueden ser muy intensos y pueden ocupar gran parte de su tiempo y atención.

- Patrones de pensamiento rígidos y repetitivos: las personas con síndrome de Asperger pueden tener dificultades para adaptarse a los cambios en su entorno. Pueden preferir mantener las cosas iguales y pueden tener dificultades para aceptar nuevas ideas o situaciones.

El síndrome de Asperger se diagnostica generalmente en la infancia, pero puede no ser detectado hasta la adolescencia o la edad adulta. No hay cura para el síndrome de Asperger, pero existen tratamientos que pueden ayudar a las personas con esta condición a mejorar sus habilidades sociales y de comunicación.

Algunas personas con síndrome de Asperger pueden tener dificultades para aprender en la escuela. Esto puede deberse a sus dificultades en la comunicación y la interacción social, así como a sus intereses restringidos y repetitivos. Sin embargo, la mayoría de las personas con síndrome de Asperger pueden asistir a la escuela regular con apoyo adicional.

Las personas con síndrome de Asperger pueden tener éxito en una variedad de campos. Algunos ejemplos incluyen la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), las artes, la música y los deportes. Con el apoyo adecuado, las personas con síndrome de Asperger pueden vivir vidas plenas y satisfactorias.

Las 15 enfermedades psiquiátricas más frecuentes

Existen más de 400 trastornos mentales diferentes. Una selección de las enfermedades psiquiátricas más frecuentes, analizando sus causas, manifestaciones psicológicas y tratamiento.


Parece mentira que, en pleno siglo XXI, la salud mental siga siendo un tema tabú rodeado de tanto estigma. Pero lo es. Todavía nos cuesta entender, a nivel de sociedad, que el cerebro es un órgano más del cuerpo y que, como tal, puede enfermar.

Los trastornos psiquiátricos no tienen nada que ver con el horrible e incorrecto concepto de “estar loco”. Las enfermedades mentales son una realidad que afecta a millones de personas en todo el mundo y de las cuales hay estudiadas, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 400 distintas.

Desregulaciones hormonales, fallos en la química del cerebro, vivencia de sucesos traumáticos, problemas en el desarrollo neurológico, errores genéticos… Hay muchos factores que pueden determinar la aparición de trastornos a nivel cerebral y que dan pie a la aparición de una enfermedad mental.

Y en el artículo de hoy, con el objetivo de concienciar acerca de esta realidad, dejaremos tapujos a un lado y hablaremos abiertamente de las características clínicas de las más comunes enfermedades psiquiátricas, analizando sus causas, manifestaciones psicológicas y opciones de tratamiento.

¿Cuáles son las enfermedades psiquiátricas más frecuentes?

Como hemos dicho, dentro del mundo de la Psiquiatría, la rama de la Medicina que estudia la mente humana y los trastornos mentales, hay reconocidas más de 400 patologías psiquiátricas. Todas ellas merecen el mismo reconocimiento, pero, por desgracia, no podemos hablar de todas ellas. Por ello, hemos seleccionado las que, por incidencia, son más relevantes. Pero sea cual sea la situación, si crees que puedes estar sufriendo algún problema a nivel mental, pide ayuda. Un psiquiatra puede ayudarte.

1. Ansiedad

La ansiedad (y los trastornos vinculados a la ansiedad) es una enfermedad psiquiátrica en la que la persona siente miedos y preocupaciones muy intensas ante situaciones diarias que, en principio, no representan un peligro real. Esta experimentación de emociones puede derivar en ataques de pánico que condicionan enormemente la vida del afectado.

Las causas no están demasiado claras, ya que a pesar de que la vivencia de sucesos traumáticos o de sucesos emocionalmente dolorosos puede estimular su aparición, lo cierto es que el factor genético (que no significa hereditario) parece ser muy importante.

La agitación, el estrés, la hiperventilación, la presión en el pecho, la debilidad y el cansancio, los problemas gastrointestinales, el nerviosismo, el aumento del ritmo cardíaco, etc, son los síntomas de una enfermedad que puede tratarse con medicamentos antidepresivos (aunque también hay algunos específicos para la ansiedad) y, conjuntamente, con terapia psicológica.

2. Depresión

La depresión es, seguramente y por desgracia, la enfermedad psiquiátrica por excelencia. Más de 300 millones de personas la sufren en el mundo e inexplicablemente, cuesta oír hablar acerca de ella. Una enfermedad que cursa con sentimientos muy profundos de tristeza y vacío emocional que interfieren enormemente en la vida diaria.

Factores genéticos, biológicos, sociales, psicológicos, ambientales y económicos. Todos ellos juegan un papel importante en el desarrollo de una enfermedad cuyas causas siguen sin estar demasiado claras, aunque sí sabemos que afecta más a mujeres que a hombres.

Tristeza, vacío emocional, pérdida de interés por realizar actividades, insomnio (aunque a veces se manifiesta con dormir más de lo normal), pérdida de apetito (aunque a veces se manifiesta con dormir más de lo normal), sentimientos de culpa, pérdida de esperanza, dolor de cabeza, cansancio y debilidad, irritabilidad e incluso ideas de sucidio. Son los síntomas de una enfermedad que debe tratarse con medicamentos antidepresivos y con terapia psicológica.

3. Trastornos neurocognitivos

Los trastornos neurocognitivos son todas aquellas enfermedades neurológicas que afectan a la capacidad de la persona para pensar y razonar, por lo que tienen manifestaciones psiquiátricas. Se trata de problemas cognitivos adquiridos (que no tienen que ver con el neurodesarrollo) que, una parte de sus síntomas psicológicos, deben ser abordados por un especialista en salud mental. Un ejemplo claro es la enfermedad de Alzheimer, que surge por una degeneración progresiva de las neuronas cerebrales.

4. Trastorno obsesivo compulsivo (TOC)

El trastorno obsesivo compulsivo, más conocido como TOC, es una enfermedad psiquiátrica que consiste en la aparición y mantenimiento de unas obsesiones irracionales que hacen que la persona lleve a cabo comportamientos repetitivos y compulsivos, cosa que genera angustia e interfiere con la vida diaria.

De nuevo, los factores genéticos, biológicos, sociales y ambientales juegan un papel importante en el desarrollo de una enfermedad de causas desconocidas que, eso sí, se sabe que los sucesos traumáticos son generalmente clave en su aparición.

El TOC puede tomar formas increíblemente variadas: comprobar que la puerta está cerrada, no pisar las líneas de las baldosas de la calle, alinear perfectamente los objetos, colocarse continuamente las gafas… Sea como sea, los tratamientos farmacológicos y la terapia psicológica ayudan a reducir el impacto que este trastorno psiquiátrico tiene en la vida de la persona.

5. Trastornos de la alimentación

Los trastornos de la alimentación son enfermedades psiquiátricas graves relacionadas con conductas peligrosas ante la comida, comprometiendo así la integridad tanto física como emocional de la persona. Además de afectar a la salud mental, por los problemas nutricionales que comportan, pueden dañar enormemente la salud física a todos los niveles.

La anorexia (restringir al máximo el aporte calórico), la bulimia (deshacerse de las caloría ingeridas a través de, generalmente, el vómito), la obesidad (aunque no se sabe claramente si es una patología mental o un trastorno metabólico), el trastorno de rumiación (regurgitar alimentos después de comer sin querer hacerlo), el trastorno alimentario compulsivo (darse atracones de comida de forma regular), la pica (comer cosas que no son alimentos), la neofobia alimentaria (miedo a probar nuevas comidas), la pregorexia (obsesión con no aumentar de peso después de quedarse embarazada), la ortorexia (obsesión por comer solo alimentos sanos) o la vigorexia (obsesión por tener un cuerpo muscularmente “perfecto”) son los trastornos de la alimentación más comunes.

Aunque las causas detrás de su desarrollo no están claras (y su aparición se debería a la combinación de muchos factores diferentes) y, por lo tanto, su prevención es complicada, los tratamientos farmacológicos y la psicoterapia son de gran ayuda para resolver estas destructivas situaciones.

6. Fobias

Las fobias son enfermedades psiquiátricas relacionadas con la ansiedad que consisten en un miedo irracional pero muy fuerte ante algo que no representa un peligro real. O, al menos, en el que el miedo es desproporcionado al riesgo o a la probabilidad de que una situación sea peligrosa.

A las alturas, a los insectos, a los perros, a los espacios cerrados, a los espacios abiertos, a los payasos, a volar.. Existen muchas fobias distintas, aunque los medicamentos y, especialmente, la terapia psicológica pueden ayudar a resolver muchos casos de fobias o a que, como mínimo, el impacto en la vida diaria sea lo más pequeño posible.

7. Esquizofrenia

La esquizofrenia es una enfermedad psiquiátrica grave en la que la persona puede llegar a ver cosas que en realidad no están a su alrededor, a oír voces en su cabeza, a decir cosas sin sentido, a creer que otras personas quieren hacerle daño… El impacto en la vida personal y profesional es enorme.

Suele desarrollarse entre los 16 y los 30 años y, aunque las causas no están demasiado claras, sí que conocemos los síntomas: delirios, alucinaciones, hablar solo, dificultad para socializar (es un mito que las personas esquizofrénicas son violentas), movimientos extraños, etc. Los tratamientos farmacológicos y la psicoterapia, por suerte, pueden ayudar a la persona a llevar una vida prácticamente normal.

8. Trastorno límite de la personalidad

El trastorno límite de la personalidad es una enfermedad psiquiátrica en la que la persona experimenta emociones inestables y turbulentas, cosa que se traduce en conductas impulsivas y en la dificultad para establecer relaciones personales estables.

Ver las situaciones de forma extrema, cambios repentinos en su opinión acerca de otras personas, ira, posibilidad de autolesionarse, no tolerar la soledad, tendencia a consumir drogas, pasar de la tristeza a la euforia (y viceversa) rápidamente, etc, son algunos de los síntomas de este trastorno que debe tratarse principalmente con psicoterapia, pues en este caso, los medicamentos, más allá de reducir los altibajos emocionales, no son tan utilizados como terapia.

9. Trastorno bipolar

El trastorno bipolar es una enfermedad psiquiátrica en la que la persona sufre cambios repentinos en el estado de ánimo, pasando de estos momentos álgidos emocionalmente a estados anímicos depresivos que pueden alargarse incluso meses.

Los problemas con las relaciones personales, la debilidad, el cansancio, el insomnio, la pérdida de capacidad para pensar con claridad, etc, son los principales síntomas de este trastorno en el que, a pesar de que los episodios de bipolaridad seguirán apareciendo con mayor o menor frecuencia, puede tratarse farmacológica y psicológicamente para reducir el impacto de la patología en la vida diaria.

10. Trastornos del neurodesarrollo

Los trastornos del neurodesarrollo es el conjunto de enfermedades con manifestaciones psicológicas y psiquiátricas que aparecen en la infancia o la niñez debido a problemas durante el desarrollo de las neuronas cerebrales. El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y el autismo son ejemplos de trastornos del neurodesarrollo cuyas manifestaciones mentales pueden (y deben) ser tratadas por un profesional de la salud psicológica.

11. Disfunciones sexuales


Las disfunciones sexuales son trastornos psiquiátricos que impiden que la persona lleve una vida sexual plena debido a problemas (de causas de aparición muy complejas) en la respuesta sexual en alguna de sus fases. La eyaculación precoz y la anorgasmia son dos ejemplos de disfunción sexual.

12. Trastorno de conducta del sueño en fase REM

El trastorno de conducta del sueño en fase REM es un trastorno psiquiátrico en el que, debido a la persistencia del tono muscular durante la fase REM del sueño (cuando en teoría se tiene que perder el tono muscular corporal), la persona experimenta sueños anormales y violentos, con movimientos propios de lo que está soñando, generalmente en pesadillas.

Se trata de un trastorno que no tiene una cura definitiva, por lo que la única solución es la administración de medicamentos (el clonazepam es el fármaco por excelencia) que reducen el riesgo de que estos episodios de movimientos violentos ocurran.

13. Síndrome de Diógenes

El síndrome de Diógenes es una enfermedad psiquiátrica en la que la persona que la sufre tiende al total abandono personal y social, aislándose de forma voluntaria (teniendo en cuenta que sufre una patología que le conduce a hacerlo) en su hogar y acumulando en él grandes cantidades de basura.

Suele afectar a mayores de 65 años y suele presentarse especialmente en personas que antes han sufrido otros trastornos psiquiátricos (la relación con el TOC es la más estudiada). Sea como sea, el primer tratamiento es el control de las complicaciones nutricionales e higiénicas de vivir en esas condiciones, aunque después debe abordarse con ayuda psicológica.

14. Síndrome de Burnout

El síndrome de Burnout es el conjunto de problemas psicológicos que surgen derivados de un estado de agotamiento tanto mental como emocional, así como físico, resultado del estrés, exigencias y agobios del trabajo. Se cree que el 31% de la población podría estar sufriendo este trastorno a causa de problemas a la hora de responder al entorno y condiciones laborales.

La baja autoestima, la pérdida de motivación, la ansiedad, el cansancio, el insomnio, el dolor de cabeza, sentimientos de fracaso, etc, son solo algunos de los síntomas de un síndrome que debe tratarse, ya sea farmacológicamente, psicológicamente o combinación de ellas, para que la persona pueda recuperar la satisfacción laboral.

15. Trastornos parafílicos

Terminamos este viaje por el mundo de las enfermedades psiquiátricas con los trastornos parafílicos, es decir, aquellos trastornos en los que la persona siente interés o excitación sexual por personas o situaciones legal o socialmente no aceptadas.

Dependiendo de hacia dónde esté enfocada la parafilia, esta puede derivar en desde sentimientos de culpabilidad en la persona hasta daños en él u otras personas. La pedofilia o el sadismo sexual son ejemplos de trastornos parafílicos. Y no es necesario decir que, muchas veces, estas personas necesitan apoyo farmacológico y psicoterapéutico para evitar que su enfermedad mental derive en daños en personas inocentes.

Fuente: https://medicoplus.com/