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Desarrollan técnica rápida, económica y menos invasiva para el diagnóstico de la diabetes

Investigadores argentinos desarrollaron una técnica de bajo costo que podría simplificar las mediciones de rutina a nivel hospitalario y ambulatorio para confirmar el diagnóstico de la diabetes.

Mariana Hamer (centro), investigadora del CONICET en el Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín y docente de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA, y Denise Agata Grela (izq.), y Narella Bassi, bioquímicas. (Foto: DICYT)
Para diagnosticar esa patología, que afecta a uno de cada diez adultos en Argentina, además de determinar la glucemia en ayunas es preciso realizar un análisis de sangre que mida los niveles de hemoglobina glicosilada: una proteína con azúcares que actúa como un “sensor” de los niveles sanguíneos promedio de glucosa en los últimos tres meses.

“Este estudio tarda menos de una hora en arrojar los resultados. Nuestra técnica es más rápida y menos invasiva y requiere una mínima cantidad de muestra de sangre”, señaló a la Agencia CyTA-Leloir la primera autora del desarrollo, la doctora Mariana Hamer, investigadora del CONICET en el Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) (Argentina).

Tal como describe la revista “Electrophoresis”, Hamer y sus colegas lograron cuantificar con precisión los niveles de hemoglobina glicosilada empleando nanopartículas de dióxido de silicio o sílice recubiertas con un compuesto químico llamado ácido borónico. Las nanopartículas separan el azúcar de la proteína y permiten medirlo con especificidad, explicó Hamer, quien también es docente de la Facultad de Farmacia y Bioquímica (FFyB) de la UBA.

Para corroborar la eficacia de la novedosa técnica, los científicos llevaron a cabo varios ensayos con muestras de sangre extraídas de diferentes pacientes cuya hemoglobina glicosilada se había determinado paralelamente por medio de un kit comercial. “Los resultados fueron equivalentes, pero con nuestro desarrollo el proceso fue más rápido y requirió menor cantidad de sangre”, destacó Hamer.

Los autores del trabajo están realizando estudios adicionales para mejorar el dispositivo y, más adelante, tratar de transferirlo al mercado.

Del desarrollo también participaron Denise Agata Grela, y Narella Bassi, ambas bioquímicas y docentes de la FFyB de la UBA. 

Fuente: AGENCIA CYTAINSTITUTO LELOIR/DICYT

Puede que te enfermes de gripe con más facilidad que el resto a causa de tus genes

Hay personas más susceptibles que otras de coger una gripe. Es un hecho que todos conocemos. Para los científicos la pregunta es por qué, cuál es la causa. Y lo que han encontrado es que depende de un gen relacionado con nuestras defensas. En concreto, el que se encarga de producir las células asesinas naturales.



En un artículo reciente se explica la relación entre el gen, las células asesinas y la susceptibilidad. Pero antes de entrar en eso, vamos a explicar brevemente qué son estas células. Porque las células NK – por las siglas en inglés de Natural Killer – son unos componentes muy interesantes de nuestro sistema inmune.

Lo primero, y por evitar malentendidos, hay que comentar que existen dos células “NK” en el sistema inmune. Unas son las que nos interesan, denominadas células NK, y las otras son los linfocitos T citotóxicos o linfocitos T-NK. A pesar del nombre, son, y actúan, muy distintas.

Las células NK forman parte de la conocida como respuesta inespecífica inmunitaria. Con esto se quiere decir que responden de la misma manera a una cantidad enorme de patógenos. Por ejemplo, a infecciones por virus, con el caso de la gripe.

El modo de acción es simple, realmente. Las células asesinas detectan cambios en las células infectadas – cambios muy generales, y no diferencian entre cambios por un virus o por otro –, y directamente acaban con ellas. De ahí el nombre: matan a las células, es su función natural.

Todo esto se conocía antes del artículo. Lo que ocurre es que la conclusión más lógica no funciona. El ser más o menos susceptible a “pillar la gripe” no depende de la cantidad de células NK que recorran el organismo. Depende de que estas células sean capaces de reconocer adecuadamente los cambios en las células infectadas.

Se trata de un sistema de control de nuestras defensas. Ir acabando con cualquier célula que muestre algo de diferencia no es la mejor estrategia. Así que las células NK tienen unos receptores que funcionan a modo de ábaco o contador. Si se supera cierto número, se dispara la respuesta; si no, no.

Y aquí es donde entra el gen en cuestión, denominado KLRD1. En esencia, se encarga de producir una proteína que se sitúa en la membrana de las células NK, y que actúa de contador. Pero de este gen no hay una sola variante, hay distintos alelos – pequeñas variaciones en el gen que lo hacen más o menos eficaz.

Así que aquellos con los alelos –porque parece haber varios, y no sólo dos– menos eficaces son más susceptibles de sufrir la gripe. Como las proteínas encargadas de disparar la respuesta de las células asesinas funcionan “peor”, es más probable que la infección se extienda antes de que comience su actividad.

Todo esto tiene una implicación muy importante. En casos de epidemia de gripe –por ejemplo, en casos de alarma ante gripe A, como ocurrió hace unos años– determinar qué personas son más susceptibles de sufrir la enfermedad permite diseñar mejor campañas de vacunación y tratamiento, lo que evitará la expansión de la epidemia. Eso sí, no parece sencillo poner en marcha este tipo de tests, al menos de momento.

yahoo

La OMS incluye la adicción a los videojuegos como una enfermedad

Ese organismo estipula que se trata de "un trastorno por comportamiento adictivo", ya sea en la vida real o de manera virtual.

'Game over': La OMS incluye la adicción a los videojuegos como una enfermedad

La Organización Mundial de la Salud ha incluido el abuso de los videojuegos como condición mental única en la edición revisada de su Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11).

De este modo, ese organismo internacional ha establecido que se trata de "un trastorno por comportamiento adictivo" que supone un problema de salud suficientemente importante para requierir la observación de la ICD.

Los trastornos de este tipo "son síndromes reconocibles y clínicamente significativos asociados con la angustia o la interferencia en las funciones personales que se desarrollan como resultado de conductas repetitivas que causan satisfacción y son diferentes al uso de sustancias que provocan adicción".

Esas alteraciones abarcan el trastorno por"apuestas o juegos de azar", tanto en la vida real como de manera virtuales.

Identifican una proteína que podría ser clave en la cura del alcoholismo

Los investigadores hallaron mediante un experimento que las ratas que optaban por alcohol en lugar de agua con azúcar tenían bajos niveles de un gen determinado.

Identifican una proteína que podría ser clave en la cura del alcoholismo

Científicos internacionales han identificado un tipo de proteína que podría desempeñar un papel clave en la curación del alcoholismo, informa este jueves Science Daily.

El descubrimiento de los académicos de la Universidad de Linköping (Suecia) se produjo después de realizar un experimento en el que ofrecieron a unas ratas de laboratorio dos opciones: presionar una palanca que les daba alcohol o una segunda palanca que les proporcionaba agua con azúcar.

La mayor parte de los roedores prefirieron tomaron el agua dulce, pero el 15 % de estos se decantaron por el alcohol. Su elección estaba dictada por una adicción, que no pudo ser refrenada ni aplicándoles pequeñas descargas eléctricas.

Los investigadores detectaron posteriormente en los ratas que preferían el alcohol que un gen se expresaba en niveles mucho más bajos a lo habitual. Cuando se investigó la adicción en humanos, los resultados fueron los mismos.

El gen en cuestión es un anteproyecto de la proteína GATA3. Se trata de un prótido de transporte que hace que se mantengan bajos los niveles de la sustancia inhibidora de la señal de ácido gamma-aminobutírico (GABA) en torno de las células nerviosas, produciendo así un cambio molecular en el cerebro que afecta a los comportamientos relacionados con las adicciones.

Actualmente, los biólogos están cooperando con una empresa farmacéutica con el fin de desarrollar una molécula de segunda generación que estará destinada a fármacos para curar el alcoholismo. 

RT

La soledad es muy mala para la salud del corazón

Las personas con enfermedad cardiovascular que se sienten solas tienen el doble de riesgo de fallecer de forma prematura
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La soledad es mala, muy mala, para la salud. De hecho, distintas investigaciones han alertado que las personas que se encuentran solas tienen un mayor riesgo de, entre otras patologías, alzhéimer y diabetes. Y asimismo, de enfermedades cardiovasculares, primera causa de mortalidad global y que solo en 2015 sumaron hasta 17,7 millones de decesos en todo el mundo. Pero aún hay más. Según muestran los resultados de un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Hospital Universitario de Copenhague (Dinamarca), los varones y mujeres que, afectados por una enfermedad cardiovascular, se sienten solos –con independencia de que vivan solos o en compañía–, tienen el doble de riesgo de sufrir una muerte prematura.

Como explica Anne Vinggaard Christensen, directora de esta investigación presentada en el marco del Congreso EuroHeartCare 2018 de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) celebrado este fin de semana en Dublín (Irlanda), «la soledad es más común a día de hoy de lo que ha sido nunca, y cada vez es mayor el número de personas que viven solas. Es cierto que diversos trabajos previos habían mostrado que el aislamiento social se asocian con la cardiopatía isquémica y con el ictus, pero hasta no se había estudiado en pacientes con distintos tipos de enfermedad cardiovascular».

Mayor riesgo de deceso

El objetivo del nuevo estudio fue evaluar el efecto del aislamiento social sobre el pronóstico de los pacientes con enfermedad cardiovascular. Y para ello, los autores siguieron la evolución de 13.463 adultos daneses que, diagnosticados de cardiopatía isquémica, arritmias –entre otras, fibrilación auricular–, insuficiencia cardiaca o valvulopatía, habían respondido a distintos cuestionario sobre su salud física y mental, hábitos de vida y apoyo social –muy especialmente la percepción de soledad– con motivo de su participación en la Encuesta DenHeart entre los meses de abril de 2013 y 2014.

Pero, exactamente, ¿cómo se puede establecer de forma objetiva la sensación de soledad? Pues básicamente realizando preguntas del tipo ‘¿Cuenta con alguien con quien hablar cuando lo necesita?’ y ‘¿Se siente solo en ocasiones aunque quiera estar con alguien?’. Por tanto, debe discernirse entre la percepción de asilamiento y el hecho de vivir solo, pues no tienen necesariamente que ir de la mano. Como refiere la directora de la investigación, «es importante recopilar información de ambas preguntas, pues algunas personas pueden vivir solas pero no sentirse solas y, por el contrario, otras que cohabitan pueden sentirse solas».

La soledad es un fuerte factor de predicción de muerte prematura, de peor salud mental y de peor calidad de vida

Los resultados mostraron que la percepción de aislamiento social se asoció con un peor pronóstico con independencia del tipo de enfermedad cardiovascular y de todos los factores de riesgo cardiovascular evaluados –entre otros, la edad, nivel educativo, comorbilidades, índice de masa corporal (IMC), hábito tabáquico y consumo de alcohol–. De hecho, las mujeres que se sentían solas tenían el doble de riesgo de fallecer prematuramente. Un incremento del riesgo que, por lo que respecta a los varones, se vio prácticamente duplicado.

Pero aún hay más. Los resultados también detectaron otros muchas consecuencias negativas de la percepción de soledad, caso de una mayor tasa de síntomas de depresión y ansiedad y una calidad de vida notablemente inferior. Como apunta Anne Vinggaard Christensen, «la soledad es un fuerte factor de predicción de muerte prematura, de peor salud mental y de peor calidad de vida en pacientes con enfermedad cardiovascular. Y además, es un factor de predicción más eficaz que el hecho de vivir solo, tanto en mujeres como en varones».

Hay que preguntar a los pacientes

Pero, ¿por qué esta percepción de soledad es tan mala para la salud, cuando menos en el caso de los pacientes con enfermedad cardiovascular? Pues como indican los autores, «las personas con peor apoyo social tienen estilos de vida menos saludables y menor adherencia a los tratamientos. Y a ello se suma que se ven más afectadas por los eventos estresantes. Pero tras realizar un ajuste en nuestro análisis de los estilos de vida y otros muchos factores, la soledad siguió siendo perjudicial para la salud».

Así, como concluye Anne Vinggaard Christensen, «vivimos en una época en la que la soledad está más presente, por lo que los sistemas sanitarios deberían tenerla en cuenta a la hora de establecer el riesgo. Nuestro trabajo muestra que preguntar dos únicas cuestiones sobre apoyo social ofrece una gran cantidad de información sobre la probabilidad de tener un peor pronóstico».

abc.es

De residuos del maracuyá obtienen compuestos que previenen enfermedades

El ingeniero agroindustrial Mauricio Cardona, de la Universidad Nacional de Colombia (U.N.) Sede Palmira, explica que los compuestos bioactivos que se obtienen poseen potencial para neutralizar radicales libres, moléculas inestables y activas hacia reacciones químicas que generan estrés oxidativo en el organismo humano.

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“En frutas como el maracuyá, gran parte de estas sustancias se queda en los residuos, pese a que estas podrían ayudar a prevenir enfermedades como cáncer, inflamación crónica, degeneración muscular y cardiovascular, además de otras enfermedades degenerativas”, asegura el investigador Cardona.

Su trabajo, dice, puede servir como insumo para introducir bioactivos en alimentos por medio de métodos que optimicen su potencial antioxidante, como la encapsulación.

Para extraer los bioactivos de las semillas se implementaron dos metodologías establecidas en el aprovechamiento de los residuos de maracuyá: la extracción, tanto con fluidos supercríticos como asistida por ultrasonido. “La mayoría de las investigaciones solo aplican alguna de las dos metodologías. Lo que hacen es obtener aceites de las semillas y dejar la masa resultante como residuo. Nosotros utilizamos esa masa para extraer los compuestos”, describe.

Primero se dejaron las semillas en un proceso de secado para después molerlas y llevarlas a un equipo de fluidos supercríticos, en el cual se realiza la extracción a través de dióxido de carbono en estado supercrítico, que arrastra y separa los aceites. Después de esta fase, la harina desengrasada que queda pasa al equipo de extracción asistida por ultrasonido, donde entra en contacto con una mezcla de etanol-agua, que funciona como solvente.


Maracuyá. (Foto: UN)
“Cuando la harina desengrasada entra en contacto con el solvente, en el reactor del equipo se introduce una sonda de ultrasonido generando ondas mecánicas de baja frecuencia que favorecen el proceso de extracción de fenoles y antioxidantes”, relata el ingeniero Cardona.

Para poder establecer las condiciones óptimas del proceso de extracción se hicieron alrededor de 40 experimentos, a partir de los cuales se elaboraron modelos estadísticos para optimizar la obtención de los compuestos bioactivos

El estudio “El maracuyá en Colombia,” realizado por el Gobierno y la Corporación Centro de Desarrollo Tecnológico de las Pasifloras de Colombia, proyecta que para 2020 habrá 20.500 hectáreas cosechadas de maracuyá en el país, con una producción de 615.000 toneladas al año. Esta actividad, dice el estudio, genera empleo para cerca de 6.500 familias en el país.

Según explica el investigador Cardona, las semillas representan entre el 6 y el 12 % de la masa total de la fruta del maracuyá, según la variedad. “Es un residuo que no se aprovecha en Colombia de manera correcta. Se aplica para abono o para la alimentación de animales, cuando gran parte de los bioactivos de la fruta se encuentran en la semilla”, advierte.

Esta investigación, que duró más de un año, fue galardonada como “Mejor trabajo de grado” de la carrera de Ingeniería Agroindustrial de la U.N. en 2017. El estudio se llevó a cabo con recursos del Sistema de Información de la Investigación, Extensión y Laboratorios Hermes, destinados para el proyecto “Extracción de compuestos bioactivos a partir de residuos agroindustriales de chontaduro y maracuyá usando técnicas verdes de extracción”. 


Fuente: UN/DICYT

Confirmado: dormir poco o demasiado es muy malo para la salud

Las mujeres cuyo sueño excede de 10 horas diarias y los varones que duermen menos de seis horas al día tienen un riesgo muy superior de desarrollar síndrome metabólico

El sueño escaso o excesivo compromete nuestra salud

Dormir es una parte esencial de nuestro ciclo vital. Y es que los seres humanos, como ocurre con todos los seres vivos, necesitamos descansar. Pero cuidado: si bien resulta obvio que esta necesaria reposición de fuerzas es del todo inadecuada cuando dormimos pocas horas, disfrutar de un sueño excesivo también resulta muy nocivo para la salud. De hecho, distintos estudios han alertado de las nefastas consecuencias de los sueños escasos y demasiado prolongados. Por ejemplo, ya se sabe que dormir poco aumenta el riesgo de alzhéimer, así como que los ‘dormilones’ tienen una mayor probabilidad de acabar sufriendo un ictus. Y ahora, un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Seúl (Corea del Sur) concluye que las personas que duermen ‘poco’ o ‘demasiado’ presentan un mayor riesgo de síndrome metabólico. Pero, ¿cuál sería la duración ideal del sueño para evitar pecar por defecto o por exceso? Pues entre seis y siete horas.

Como explica Claire E. Kim, directora de este estudio publicado en la revista «BMC Public Health», «el nuestro es el mayor estudio realizado hasta la fecha para analizar la asociación dosis-respuesta entre la duración del sueño y el síndrome metabólico y sus componentes tanto en las mujeres como en los varones. Y como hemos sido capaces de expandir la muestra de nuestro trabajo anterior, hemos detectado asociaciones hasta ahora desconocidas entre el sueño y este síndrome metabólico. Además, también hemos observado una potencial diferencia de género en el caso de la duración del sueño».

Cinturas más ‘amplias’

El síndrome metabólico es un trastorno en el que se aúnan distintos factores de riesgo que se asocian a las enfermedades relacionadas con la obesidad, caso de las cardiovasculares y las metabólicas –muy especialmente la diabetes tipo 2–. Concretamente, para que una persona sea diagnosticada de síndrome metabólico tiene que presentar tres de los siguientes factores de riesgo: un perímetro de cintura superior a la ‘media’, unos niveles elevados de triglicéridos, hipertensión arterial, unos niveles bajos de colesterol HDL –el consabido ‘colesterol bueno’–, y unas cifras elevadas de glucosa en sangre en ayunas.

Para llevar a cabo la investigación, los autores analizaron los historiales médicos de 133.608 mujeres y varones coreanos que, con edades comprendidas entre los 40 y los 69 años, se habían sometido a numerosas pruebas médicas entre los años 2004 y 2013 con motivo de su participación en el Estudio HEXA. En consecuencia, y además de distintos datos demográficos y del estilo de vida –entre otros, la dieta y el nivel de ejercicio físico–, los autores contaban con los resultados de los análisis de sangre, orina y ADN de todos los participantes. Y asimismo, con una estimación de sus horas diarias de sueño. Y es que entre otras muchas cuestiones, los cuestionarios del Estudio HEXA contemplaba la siguiente pregunta: ‘De media, ¿qué cantidad de horas/minutos comprendían sus periodos diarios de sueño, incluidas las siestas, durante el pasado año?’.
Las personas que duermen menos de seis horas al día o cuyo sueño excede de las 10 horas diarias tienen un mayor riesgo de síndrome metabólico

Los resultados mostraron que la prevalencia de síndrome metabólico se estableció en un 24,5% en el caso de las mujeres y en hasta un 29% en el de los varones. Como apuntan los autores, «dado que la prevalencia de síndrome metabólico es elevada en Corea del Sur, la identificación de factores de riesgo modificables, caso de la duración del sueño, cobra una importancia crítica».

Y por lo que respecta a la duración del sueño, ¿cuál fue el porcentaje de participantes cuyo reposo podría calificarse como ‘inadecuado’? Pues mientras cerca de un 13% de las mujeres y de un 11% de los varones dormían menos de seis horas diarias, la proporción de participantes que prolongaban sus sueños más allá de la decena de horas se estableció, respectivamente, en un 1,7% y un 1,5%. Y estos descansos escasos o excesivos, ¿influyeron de alguna manera sobre el riesgo de síndrome metabólico? Pues sí. Y de forma muy notable.

Los resultados mostraron que, frente a aquellas que dormían de seis a siete horas diarias, las mujeres con un sueño inferior a las seis horas tenían un mayor perímetro de cintura. Y lo que es más importante, las mujeres cuyo reposo superaba las 10 horas presentaban un riesgo muy superior de síndrome metabólico, mayor perímetro de cintura, niveles superiores de triglicéridos y azúcar en sangre, y menores cifras de ‘colesterol bueno’.

Por su parte, y comparados con los individuos que dormían entre seis y siete horas al día, los varones cuyo sueño no alcanzaba las seis horas o excedía de 10 horas tenían un mayor riesgo de síndrome metabólico, así como cinturas más ‘amplias’ en caso de un reposo escaso y mayores niveles de triglicéridos en caso de un sueño excesivo.
Ni mucho ni poco

En definitiva, y en aras de prevenir el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas, es importante disfrutar de un descanso adecuado. Ni demasiado corto ni demasiado largo. Pero, ¿por qué la duración del sueño eleva el riesgo de síndrome metabólico? Pues la verdad es que los mecanismos biológicos subyacentes a esta asociación permanecen desconocidos. Pero como indican los autores, se han descrito distintos procesos potenciales que podrían explicar esta asociación.

Como concluye Claire Kim, «entre los mismos se incluirían los niveles elevados de hormonas que aumentan el apetito y la ingesta calórica o reducen el gasto energético en las personas que duermen menos de siete horas diarias, lo que podría conllevar a un incremento del perímetro de cintura y al desarrollo de la obesidad».

abc.es

Cáncer Colorectal: Si usted es mayor de 50 años hágase un examen

El Cáncer colorrectal es la segunda causa de muerte en la población masculina. Realizar una detección temprana del Cáncer Colorrectal es descubrirlo en una fase inicial para tratarlo en el momento en que todavía hay posibilidad de curación para la persona.

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La detección temprana se da con el hallazgo de pólipos (pequeñas protuberancias) en el intestino grueso -la parte del colon o el recto- mediante una endoscopía baja, llamada colonoscopía. Es realizado por un médico gastroenterólogo, coloproctólogo o un médico endoscopista entrenado, este procedimiento permite la visualización de los pólipos, la extirpación total de los mismos o la toma de tejido o biopsia para análisis de anatomía patológica.

Los pólipos pueden detectarse y eliminarse antes que se conviertan en cáncer. Usted puede prevenirlo, hágase un examen para detectar el cáncer colorectal. Podría salvar su vida.


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¿Qué hacer para prevenir el cáncer colorrectal?

Mantenga una dieta balanceada. Aumente el consumo de alimentos ricos en fibras vegetales (frutas, verduras, cereales integrales, hortalizas crucíferas, leguminosas) ya que poseen un efecto protector. Disminuya el consumo de alimentos ricos en grasa y colesterol (ejemplo: carne roja).

Mantenga un peso saludable. La obesidad podría incrementar el riesgo de desarrollar cáncer de intestino grueso. Es muy importante alcanzar y mantener un peso adecuado a la altura, edad y sexo de cada persona.

Realice actividad física. Diversos estudios indican que la actividad física o el practicar deportes pueden disminuir las probabilidades de desarrollar un cáncer de intestino grueso hasta en un 40%.

Aprenda acerca de la historia médica de su familia. Un antecedente familiar de pólipos y cáncer o inflamación crónica del intestino grueso aumenta el riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.

Hable con su médico acerca de sus antecedentes clínicos. Un antecedente personal de pólipos y cáncer o inflamación crónica de intestino grueso aumenta el riesgo de desarrollar el Cáncer Colorrectal.

No fume. El tabaquismo es un factor de riesgo para el cáncer de intestino grueso, principalmente porque el humo inhalado transporta substancias perjudiciales para el intestino.

Si tiene más de 50 años debe consultar con un médico acerca de la salud de su intestino grueso. Él le indicará los test necesarios para un control adecuado.

Si un familiar cercano ha desarrollado un cáncer colorrectal, usted debe controlar la salud de su intestino con acompañamiento médico desde la juventud y a lo largo de su vida.


Fuente: MSPBS.py

¿Por qué es tan difícil curar el cáncer?

La ciencia ha logrado cosas que hace 20 años eran inconcebibles, como sacadas de una película de ciencia ficción: hoy en día se puede cortar y reparar al ADN para corregir mutaciones causantes de enfermedades; ahora un enfermo de SIDA puede tener una vida normal, como cualquier otra persona; somos capaces de secuenciar nuestro genoma y hemos entendido nuestra propia evolución. 

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Sin embargo, para el cáncer… ¿por qué es tan difícil llegar a una cura? No hemos podido encontrar una solución clara a una enfermedad que afecta a 32 millones de personas.

El desarrollo del cáncer se debe principalmente a una serie de mutaciones que se producen en el ADN de células normales, que hacen que estas se reproduzcan de manera incontrolada provocando serios daños en nuestros órganos. En la mayoría de los casos, las células detectan dichas mutaciones y las reparan o se autodestruyen. Sin embargo, algunas mutaciones permiten a las células cancerosas esquivar estos mecanismos de autodefensa e invadir tejidos cercanos o, incluso, penetrar en otros órganos del cuerpo (proceso denominado metástasis). La enfermedad se vuelve casi incurable cuando alcanza esta condición.

El cáncer es extremadamente complejo y sin embargo la mayoría de medicamentos se ha desarrollado utilizando líneas celulares derivadas de tejidos tumorales que crecen in vitro. Estos modelos no reflejan la complejidad del tumor y muchas veces los medicamentos no funcionan en los ensayos clínicos con pacientes reales. Además, ciertos tipos de cáncer pueden engendrar múltiples subpoblaciones (agrupaciones de células cancerígenas derivadas de otra) que, a su vez, presentan sus propias mutaciones. Por ejemplo, el glioblastoma o cáncer de cerebro puede originar hasta seis diferentes subpoblaciones en un solo paciente. De esta manera, un medicamento podría funcionar en una subpoblación y no funcionar en las demás.

Los investigadores estudiamos ahora esta complejidad en otros modelos más apropiados: los xenotransplantes. Estos modelos consisten en implantar tumores humanos en ratones de laboratorio y así probar la efectividad de los nuevos medicamentos. Para comprender mejor este sistema, hay que saber que los tumores son ecosistemas dinámicos e interconectados en los que las células cancerosas tienen la capacidad de crear sistemas sanguíneos para nutrir al tumor y liberar sus desechos; además, las células tumorales también pueden interactuar con el sistema inmunitario, suprimiendo su función de detectar y destruir el tumor. Los xenotransplantes nos permiten estudiar estos mecanismos y, si determinamos cómo funcionan, contrarrestar su desarrollo.
El cáncer es un proceso de crecimiento y diseminación incontrolados de células. (Foto: DICYT)

De igual manera, los científicos no debemos dejar de lado el estudio de otros aspectos de la célula para comprender mejor el cáncer: la mayoría de la investigación oncológica se ha centrado en el ADN y poco se sabe del ARN y las proteínas que regulan su función. Por ejemplo, se ha demostrado que una de estas proteínas, llamada CSDE1, promueve la metástasis del melanoma. Asimismo, existen investigaciones que muestran que el origen étnico también influye en la respuesta a los fármacos.

Las células cancerosas son maestros de la adaptación que evolucionan constantemente ajustando sus características moleculares para sobrevivir ante cualquier medicamento o respuesta inmune. Así, el cáncer se puede considerar el emperador de todas las enfermedades, tal y como lo describe ‎S. Mukherjee en su libro The Emperor of All Maladies: A Biography of Cancer. No obstante, cada día, con cada experimento, se llevan a cabo nuevos descubrimientos que nos acercan cada vez más a una posible cura. 


Fuente: Santiago Guerrero/CIGG/Universidad Tecnológica Equinoccial/DICYT

Una presión arterial más baja evitaría muchas muertes en personas tras un ictus

Reducir las cifras de presión sanguínea por debajo de 130/80 mmHg evitaría hasta un 32,7% de los decesos en la población que ya ha padecido un ictus

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Cada año, cerca de 120.000 españoles –y más de 17 millones de personas en todo el mundo– padecen un ictus o accidente cerebrovascular. Un episodio que, además de asociarse a una gran tasa de discapacidad, se corresponde con una de las primeras causas de mortalidad global. Es más; los pacientes supervivientes a un ictus no solo presentan un riesgo considerable de padecer un segundo episodio, sino un riesgo de deceso muy superior al de la población general –ya sea a consecuencia de un nuevo ictus o por otras causas–. Pero, ¿no hay ninguna manera de evitar este mayor riesgo de mortalidad? Pues sí. Y para ello, según muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Médica de Carolina del Sur en Charleston (EE.UU.), tan solo habría que bajar las cifras de presión sanguínea de los supervivientes un poco más de lo que se venía haciendo hasta ahora.

Como explica Alain Lekoubou, director de esta investigación publicada en la revista «Journal of de American Heart Association», «el potencial para reducir la mortalidad y los ictus recurrentes es inmensa, pues la más de la mitad de todos los accidentes cerebrovasculares son atribuibles a una presión arterial elevada y descontrolada».

Cifras aún más bajas

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La hipertensión arterial es la enfermedad definida por unas cifras de presión sanguínea superiores a 140/90 mmHg. O lo que es lo mismo, por una presión arterial sistólica (PAS) igual o superior a 140 milímetros de mercurio (mmHg) y una presión arterial diastólica (PAD) igual o mayor a 90 mmHg. Una enfermedad que, según alerta la Organización Mundial de la Salud (OMS), constituye la primera causa de mortalidad global. No en vano, hasta un 75% de la población con hipertensión –en torno a 1.100 millones de personas en todo el mundo y más de 14 millones en nuestro país– presenta un riesgo nada desdeñable de desarrollar enfermedad renal o de sufrir un infarto de miocardio. Y asimismo, un ictus.

En este contexto, la guía de práctica clínica publicada en 2017 por la Asociación Americana del Corazón (AHA) y el Colegio Americano de Cardiología (ACC) estableció la definición de hipertensión arterial en unas cifras de presión sanguínea de 130/80 mmHg. Una decisión que aún se encuentra en fase de ‘asimilación’ y que si bien dispararía el número de pacientes susceptibles de ser diagnosticados de la enfermedad en todo el mundo, tendría un efecto mínimo sobre el porcentaje de afectados que realmente necesitarían tomar medicación antihipertensiva. Es el caso, por ejemplo, de los supervivientes de ictus, en los que ya se recomienda la administración de fármacos para lograr unas cifras tensionales inferiores a 130/80 mmHg. Pero este objetivo de bajar de 130/80 mmHg en las personas que ya han padecido un ictus, ¿está justificado?
Los médicos deben asegurarse de que los supervivientes de ictus con hipertensión sean tratados de forma más agresiva y que cumplan los tratamientos

En el estudio, los autores evaluaron el efecto que, sobre todo en lo referente a la mortalidad, tendría la aplicación de las nuevas directrices de la ACC y la AHA sobre los supervivientes de ictus. Y para ello, analizaron los resultados alcanzados en las Encuestas Nacionales de Salud y Nutrición de Estados Unidos (NHANES) realzadas entre 2003 y 2014.

Los resultados mostraron que en caso de bajar los criterios de hipertensión arterial de 140/90 mmHg a 130/80 mmHg, el porcentaje de supervivientes de ictus que serían diagnosticados de la enfermedad y que, por tanto, necesitarían tomar fármacos antihipertensivos aumentaría en un 66,7% –del 29,9% actual a un 49,8%–. Y asimismo, que la cifra de supervivientes de ictus que, ya en tratamiento, requerirían de fármacos adicionales para lograr el nuevo objetivo crecería un 53,9% –del 36,3% a un 56%.

Pero aún hay más. Y mucho más importante. Y es que más allá del aumento en la prescripción de antihipertensivos, al fijarse el objetivo en unas cifras tensionales por debajo de 130/80 mmHg se lograrían evitar hasta un 32,7% de las muertes en los supervivientes de ictus –que pasarían del 8,3% actual a un 5,6%.

Como destaca Alain Lekoubou, «la nueva guía de práctica clínica ofrece a los médicos y a los decisores políticos una oportunidad única para reforzar la tendencia descendente de las últimas décadas en las muertes relacionadas con los ictus. Es nuestra responsabilidad que los supervivientes de ictus en los que se detecta hipertensión arterial sean tratados de forma más agresiva y asegurar que aquellos que reciben tratamiento lo sigan».

Hay que tomarse la medicación

Por tanto, la solución para prevenir los ictus recurrentes y reducir la tasa de decesos en la población que ya ha sufrido un accidente cerebrovascular para clara: hay que bajar las cifras de presión arterial por debajo de 130/80 mmHg. Lo cual no quiere decir que sea sencillo. Y es que el porcentaje de pacientes que siguen los tratamientos tal y como han sido prescritos por sus médicos dista mucho de ser idóneo. Por diversas razones.

Como concluye el director de la investigación, «los supervivientes a un ictus afrontan muchos obstáculos para adherirse a los tratamientos, caso de los daños neurológicos y de una depresión que puede reducir su motivación para tomar los fármacos. Además, la atención de los supervivientes puede ser ‘complicada’ porque el ictus suele ser una enfermedad que afecta principalmente a las personas mayores, que por lo general ya tienen que tomar diferentes fármacos para tratar sus patologías».

Fuente: abc.es

Hallada la razón por la que la proteína tau origina el alzhéimer

La proteína tau altera la estructura del ADN de las neuronas, lo que abre la puerta a la activación de transposones que en último término causarán la muerte neuronal.

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El alzhéimer es una enfermedad neurodegenerativa, es decir, causada por una destrucción progresiva de las neuronas cerebrales. Una enfermedad que, según han sugerido infinidad de estudios, se origina por la acumulación en el cerebro de placas de proteína beta-amiloide, altamente tóxicas para las neuronas. Sin embargo, las pruebas de imagen cerebrales han revelado que un gran número de personas cuyos cerebros portan una gran cantidad de estas placas no acaban padeciendo alzhéimer. 

Por tanto, parece que el origen de la enfermedad no puede explicarse por la presencia de placas de beta-amiloide. Debe haber algo más. Y según otras muchas investigaciones, este ‘algo más’ sería la proteína tau. Y ahora, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor en Houston (EE.UU.) han confirmado que, efectivamente, la proteína tau se encuentra detrás de la aparición del alzhéimer y, lo que es más importante, han descubierto el porqué.

Concretamente, el estudio, publicado en la revista «Cell Reports», muestra que la proteína tau altera la actividad de unas secuencias del ADN celular denominadas ‘transposones’, lo que provoca una inestabilidad genómica en las neuronas y, en último término, la degeneración y muerte neuronal.

Como explica Joshua Shulman, director de la investigación, «la inestabilidad genómica hace referencia a una mayor tendencia a presentar alteraciones en el material genético, o lo que es lo mismo, en el ADN, caso de las mutaciones. El resultado es que el genoma no funciona correctamente. De hecho, ya se sabe que la inestabilidad genómica supone uno de los principales desencadenantes de enfermedades como el cáncer. Así, en nuestro trabajo hemos analizado la posible conexión causal entre la acumulación de proteína tau en las neuronas y la consecuente inestabilidad genómica en la enfermedad de Alzheimer».

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La sospecha de una relación entre la presencia de proteína tau –generalmente formando ovillos neurofibrilares– en las neuronas cerebrales y la enfermedad de Alzheimer no es, ni mucho menos, nueva. No en vano, infinidad de estudios han constatado que la acumulación de esta proteína se asocia a una degeneración y muerte neuronal y, por ende, al desarrollo del alzhéimer. Sin embargo, lo que no se sabe es la razón por la que la proteína tau causa la muerte de las neuronas.

En este contexto, los trabajos llevados a cabo con tejidos cerebrales de pacientes afectados por enfermedades neurodegenerativas distintas del alzhéimer han sugerido que las neuronas no solo presentan una inestabilidad genómica, sino también la activación de transposones –o ‘elementos genéticos transponibles’– en su ADN.
La alteración del ADN de las neuronas por los agregados de proteína tau podría explicar por qué los transposones están activados en el alzhéimer

Como refiere Joshua Shulman, «los transposones son pequeñas secuencias de ADN que no parecen contribuir a la producción de proteínas. La verdad es que se comportan como virus: pueden hacer copias de sí mismos que serán insertadas en el genoma, lo que provocará la aparición de mutaciones que desencadenarán una enfermedad. Y si bien la mayoría de transposones son disfuncionales o permanecen ‘dormidos’, algunos pueden activarse en el cerebro humano en la edad avanzada o en la enfermedad. Así que lo que hicimos fue mirar si en el alzhéimer había alguna asociación entre la acumulación de proteína tau y la activación de transposones».

En el estudio, los autores cuantificaron los niveles de proteína tau en los cerebros de más de 600 personas fallecidas que habían sido sometidas a distintas pruebas de imagen cerebral durante las últimas décadas de sus vidas. Y asimismo, también evaluaron los perfiles de expresión genética de las neuronas cerebrales con objeto de identificar ‘señales’ que delataran la activación de transposones en su genoma.

Los resultados mostraron una fuerte correlación entre los niveles de proteína tau en las neuronas y la presencia de transposones activos. Un hallazgo que se suma a las evidencias previas que ya habían sugerido que la proteína tau puede alterar la arquitectura compacta del genoma y, por tanto, puede promover la activación de transposones –que permanecen inactivos en caso de que el ADN se mantenga ‘compacto’.

Como indica el director de la investigación, «el hecho de que los agregados de proteína tau pueda alterar la arquitectura del genoma podría ser uno de los mecanismos por los que los transposones se encuentran activados en el alzhéimer».

Genomas ‘infectados’

Sin embargo, los resultados solo muestran una asociación entre la proteína tau y la activación de transposones. Es decir, no demuestran que la proteína tau sea la causante directa de la activación de estos ‘elementos transponibles’. Así que lo que hicieron los autores fue recurrir a un modelo animal –moscas de la fruta– de enfermedad de Alzheimer para ver si era realmente así. ¿Y qué pasó? Pues que tras ‘colmar’ el cerebro de los animales de proteína tau, vieron que los transposones comenzaron a copiarse e ‘infectar’ el ADN de las neuronas.

En definitiva, puede concluirse que los agregados –esto es, los ovillos neurofibrilares– de proteína tau alteran la estructura compacta del genoma de las neuronas, lo que desencadena la activación de los transposones y, en último término, la degeneración y muerte neuronal.

Como concluye Joshua Shulman, «creemos que nuestro estudio ofrece una visión innovadora y potencialmente relevante para comprender los mecanismos de la enfermedad de Alzheimer».

Fuente: abc.es/ciencia

Eliminan el cáncer de mama gracias a las células T de la propia paciente

Una mujer de 49 años con cáncer de mama metastásico HER2 negativo –contra el que no funcionaron distintos regímenes de quimioterapia– se inscribió en un ensayo clínico diseñado para mediar la regresión del tumor en pacientes con cánceres epiteliales que desarrollan metástasis.

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Los autores de dicho ensayo, miembros del Instituto Nacional del Cáncer de EE UU, modificaron el sistema inmune de la paciente para eliminar por completo sus células cancerígenas. Los resultados se publican esta semana en Nature Medicine.

Según los investigadores, esta es la primera aplicación exitosa de la inmunoterapia con células T –un tipo de glóbulo blanco– para el cáncer de mama en un estadio tardío. “Esto supone un posible tratamiento para la última etapa de los tumores en los que han fracasado todas las terapias convencionales”.

Los enfoques inmunoterapéuticos clínicos más exitosos para tratar el cáncer son el bloqueo de puntos de control inmunitario y la terapia celular adoptiva. En el primero, las células T se activan dentro del cuerpo del paciente a través de anticuerpos inyectados.

En el último, las células T se toman de la sangre o la masa tumoral del paciente, y solo aquellas que reconocen el cáncer se cultivan y posteriormente se vuelven a introducir al paciente.

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El éxito de estos enfoques varía mucho entre los tipos de tumor. De hecho, hasta ahora los ensayos clínicos que utilizan inhibidores de puntos de control inmunitario habían demostrado ser ineficaces para tratar el cáncer de mama.

“Necesitamos un nuevo paradigma para la terapia del cáncer”, ha explicado a SINC Steven A. Rosenberg, autor principal del estudio. “Es probable que sean necesarios tratamientos altamente personalizados si queremos progresar en el tratamiento de tumores comunes”.

Para Rosenberg, este concepto de terapias altamente individualizadas (un medicamento único para cada paciente) puede ser lo que se necesita para tratar el cáncer de manera efectiva. “La complejidad del tratamiento asusta a muchos oncólogos que piensan que no es práctico. Sin embargo, al menos tres empresas están trabajando ya para desarrollarlo comercialmente”.

En este trabajo, los científicos aislaron y reactivaron las células T de esta paciente cuyo cáncer de mama metastásico estaba progresando a pesar de las terapias utilizadas. Estas células T reactivadas eliminaron todas las lesiones metastásicas, dejando libre de enfermedad a la mujer tras dos años desde el tratamiento.

Los autores han realizado una caracterización molecular de esta terapia dirigida, que ayuda a detener el crecimiento y la diseminación del cáncer atacando proteínas o genes específicos.

Tal y como concluyen en el estudio, esto les permite “estimar altas probabilidades de éxito en otros pacientes con cáncer de mama, aunque deberá confirmarse en ensayos clínicos más grandes y controlados”.
 
Fuente: SINC/Verónica Fuentes

El consumo de carne procesada se asocia con empeoramiento de la función física

En un reciente trabajo, expertos del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) (España), encontraron que personas con una ingesta elevada de carnes procesadas tienen un 30% más probabilidades de empeorar su función física, en comparación con otras personas que apenas consumen este tipo de alimentos. 

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Sin embargo, el consumo elevado de carnes rojas o carnes blancas no se asoció a empeoramiento de la función física.

La carne es un alimento con un contenido elevado de proteínas de alta calidad, que mejoran la función muscular, pero también contiene una cantidad considerable de grasas saturadas y trans, especialmente si es carne procesada.

“Los resultados sugieren que el efecto beneficioso de las proteínas de calidad de la carne desaparece si esta carne es procesada, lo que incremente su contenido en grasas no saludables, sodio y nitritos”, asegura Ellen Struijk, investigadora Juan de la Cierva y primera autora de este trabajo.

Esta hipótesis, explica Struijk, se ve reforzada por resultados adicionales, “en los que al calcular el efecto de reemplazar las carnes procesadas por otros alimentos que también aportan proteínas, como pescado, legumbres, lácteos o frutos secos, se observa que la probabilidad de deterioro de la función física disminuye”.

El trabajo, publicado en BMC Medicine, se fundamenta en bases de datos procedentes del Estudio Seniors-ENRICA, que inició en 2008 recogiendo información de 3.289 personas mayores de 60 años.

(Foto: Pixabay)

En concreto, se les preguntó por sus características sociodemográficas, estilos de vida y problemas de salud. Además, se fue a sus hogares para que personal de enfermería les realizases diferentes tests de función física: velocidad de la marcha, capacidad de levantase de una silla y capacidad de equilibrio. Además, se les preguntó si eran capaces de transportar el cesto de la compra, subir un piso de escaleras o andar varias manzanas. Después de 5 años se volvió a sus hogares para volver a medir todas estas variables.

“La carne es una buena fuente de proteínas de alta calidad. Sin embargo, su efecto beneficioso se pierde en las carnes procesadas”, señala Esther Lopez-Garcia, profesora del departamento de Medicina Preventiva de la UAM y autora senior del estudio.

“Para disminuir el riesgo de deterioro de la función física es importante tener una dieta saludable, en la que las fuentes principales de proteínas sean el pescado, las legumbres, los frutos secos y las carnes no procesadas”, concluye la experta. 

Fuente: UAM

El ser humano está causando cáncer a muchas especies

El impacto que los seres humanos realizamos sobre las especies con las que compartimos planeta es enorme, y ocurre de maneras inesperadas.

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Un tumor crece en la boca de este demonio
Un ejemplo lo encontramos en un estudio reciente, que demuestra que causamos cáncer en un gran número de especies a lo largo y ancho de la Tierra.

Porque aunque pueda sorprender, el resto de miembros del reino animal también puede desarrollar cáncer. De hecho, en tantas especies como se han buscado tumores se han encontrado. De momento, ninguna se escapa.

Torre de refrigeración de la planta nuclear de Golfech, cerca de Toulouse, Francia. REUTERS/Regis DuvignauMás

Y las maneras en que la acción del ser humano provocan tumores en otras especies van de lo obvio a lo sorprendente. Empezando por el primer tipo, los investigadores han comprobado que distintos animales desarrollan cánceres a causa de la contaminación de la atmósfera. Como nosotros.

Los humos de coches, viviendas, fábricas y otras estructuras humanas liberan a la atmósfera sustancias capaces de provocar mutaciones, y por tanto cánceres. En nosotros y en el resto de fauna, de eso no se escapa nadie.

También por radiación, como la que se libera de centrales nucleares y situaciones similares. En grandes catástrofes, como la de Chernobil. Pero también en pequeñas dosis, o por la gestión de sustancias de baja radiactividad.

Ninguno de estos dos factores deberían resultar sorprendentes. Lo que sí puede serlo más es el hecho de que una causa de cáncer en la fauna sea la baja diversidad genética. Que en muchas especies se da tal situación como resultado de presiones, directas o indirectas, del ser humano.

¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? La endogamia, entendida como reproducción entre individuos emparentados, tiene una influencia importante en determinados tipos de cáncer. Si los parentales pertenecen a la misma familia, aumentan las posibilidades de que ciertas combinaciones genéticas aparezcan. Y algunas de ellas provocan una tendencia mayor al desarrollo de tumores, entre otras cosas.

El último factor que queda por comentar puede sorprender a más de uno. Se trata de la alimentación. La fauna cada vez tiene menos hábitat natural en donde vivir, lo que hace que se acerquen a zonas urbanizadas, bien rurales o directamente ciudades.

Pero claro, en estos entornos no encuentran comida como lo harían en sus hábitats naturales, lo que les obliga a recurrir a alimentos humanos, desde restos de basura a recursos que gentes bien intencionadas – si es correcto o adecuado sería otro debate – les puedan dejar. Los conservantes, químicos y demás sustancias que llevan incorporadas estas comidas pueden ser perfectamente seguras para nosotros, y no serlo para la fauna. De hecho, así ocurre en muchos casos.

Visto así, puede parecer todo muy negativo y catastrofista. Y en parte puede que lo sea. Pero al menos saber el impacto que tenemos nos puede encaminar hacia formas de reducirlo.

Yahoo

Según reciente estudio, Suplementos vitamínicos y minerales no tienen ningún efecto

Los suplementos vitamínicos y minerales no afectan la salud de una persona ni para bien ni para mal, según reveló un estudio de cinco años.

Foto: Pixabay

Los investigadores se sorprendieron con los resultados de este estudio: ellos esperaban encontrar al menos algún indicio de que esos tratamientos de pastillas o comprimidos de vitaminas y minerales eran beneficiosos para la salud.

Según una compleja investigación que se realizó entre 2012 y 2017, los suplementos más consumidos, vitamina C, vitamina D, calcio y multivitamínicos, no hicieron nada para prevenir ataques cardíacos, derrames cerebrales, enfermedades cardiovasculares o incluso la muerte.

“Nos sorprendió encontrar tan pocos efectos positivos por parte de los suplementos más comunes que las personas consumen”, dijo el doctor David Jenkins, autor principal del estudio, en un comunicado. “Nuestra investigación encontró que si deseas usar multivitaminas, vitamina D, calcio o vitamina C, estas no hacen daño, pero tampoco hay ninguna ventaja aparente”, agregó.

El estudio, publicado en el Journal of the Amercian College of Cardiology, demostró un beneficio relativamente pequeño en tomar ácido fólico y vitaminas B (reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte), e incluso notaron un ligero riesgo al mezclar antioxidantes y niacina, que disminuye el colesterol pero puede elevar los niveles de azúcar en la sangre.

No hubo evidencia de que las vitaminas C y D, el calcio y el betacaroteno en comprimidos hicieran alguna diferencia para reducir el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular o influenciar la longevidad, concluyó el estudio.
¿Qué significa todo esto para la salud?

Los autores del estudio quieren enfatizar algo interesante: el tratamiento de las deficiencias de micronutrientes es uno de los mayores logros de la medicina en los últimos 200 años. Sin embargo, se ha hecho creer a las personas que se pueden tomar como tratamientos preventivos, sin evidencia para respaldar eso, y se han vuelto cada vez más comunes las promesas de las marcas de mejoras a la salud general y longevidad, algo que -de nuevo- no tiene sustento científico.

La conclusión es que no hay atajos para tener una vida saludable más que tener una dieta correcta y actividad física suficiente. Toma suplementos para cualquier deficiencia de micronutrientes que tenga según las recomendaciones de tu médico, pero si alguien te vende los beneficios integrales de las vitaminas que ya son fácilmente accesibles, es más probable que tengan un mayor interés en tu bolsillo que en tu salud.

Cuánto ejercicio tienen que hacer los mayores para mejorar su función cognitiva

La práctica de 52 horas de ejercicio físico regular a lo largo de seis meses es suficiente para que las personas mayores experimenten una mejora de sus capacidades de pensamiento.

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El ejercicio físico, tal y como han constatado infinidad de estudios, es bueno, muy bueno para la salud. De hecho, la práctica de ejercicio no solo tiene beneficios sobre un sinfín de enfermedades como las cardiovasculares, la obesidad y la diabetes, sino que también previene el deterioro cognitivo asociado a la edad y, por ende, la demencia. Pero, exactamente, ¿qué cantidad de ejercicio deben realizar las personas mayores para preservar su función cognitiva, caso de la capacidad de pensamiento? ¿Y durante cuánto tiempo? Pues según un estudio dirigido por investigadores del Centro Médico Beth Israel Deaconess en Boston (EE.UU.), no es necesario ‘sudar’ demasiado. Y es que según los resultados, 52 sesiones de ejercicio de una hora de duración a lo largo de seis meses son suficientes para que las personas mayores experimenten una mejoría significativa de sus capacidades de pensamiento.

Como explica Joyce Gomes-Osman, director de esta investigación publicada en la revista «Neurology Clinical Practice», «a día de hoy contamos con evidencias muy sólidas que sugieren que la práctica regular de ejercicio puede mejorar la salud cerebral, por lo que nuestro objetivo era aplicar estos hallazgos científicos a las vidas de nuestros pacientes, sus familiares e, incluso, las nuestras. Para otras formas de tratamiento, caso de la administración de fármacos, a los pacientes se les prescriben una dosis o cantidades específicas. Así, nuestro trabajo destaca la necesidad de establecer estas cantidades específicas también en el caso del ejercicio».

Apto para todos los públicos

Para llevar a cabo su revisión o ‘metanálisis’, los autores analizaron los resultados de 98 ensayos clínicos aleatorizados llevados a cabo con la participación de 11.061 mujeres y varones con una edad promedio de 73 años, el 59% de los cuales tenía sus funciones cognitivas ‘intactas’, el 26% había sido diagnosticado de deterioro cognitivo leve, y el 15% restante padecía demencia.

Los autores se centraron en la duración, intensidad, frecuencia y cantidad del ejercicio realizado por los participantes en cada uno de los estudios. Y de acuerdo con los resultados, la práctica de al menos 52 horas de ejercicio durante un periodo de seis meses mejoró la velocidad de procesamiento –esto es, el tiempo que se requiere para completar una tarea mental– tanto en los mayores con buena salud cerebral como en aquellos con deterioro cognitivo leve. Es más; estas 52 horas semestrales también mejoró la función ejecutiva y la capacidad de pensamiento en los participantes que disfrutaban de unas funciones cognitivas intactas. Por el contrario, los mayores cuya práctica de ejercicio no alcanzó las 34 horas al cabo de seis meses no experimentaron ninguna mejoría en sus capacidades de pensamiento.
Los mayores que suman 52 horas de ejercicio físico en un periodo de seis meses experimentan una mejora de sus capacidades de pensamiento

Y llegados a este punto, ¿qué cantidad de ejercicio hay que realizar para mejorar la memoria? Pues, de haberla, no se sabe. Y es que los resultados no pudieron hallar ninguna frecuencia o cantidad de actividad física, por muy elevadas que fueran, que pudieran mejorar la capacidad de memoria.

Sea como fuere, el ejercicio regular mejora la capacidad cognitiva de los mayores. Pero, ¿qué tipo de actividad física hay que llevar a cabo para obtener este beneficio? Pues de acuerdo con los resultados, da igual. Ejercicio aeróbico –caso de pasear, correr o montar en bicicleta–, ejercicio de resistencia o, incluso, los denominados ‘ejercicios mente-cuerpo’ como el yoga o el Tai Chi. Todos son beneficiosos para la salud cerebral. Siempre que se practiquen de forma regular y sostenida.

Hay que hacer ejercicio


En definitiva, y con objeto de disfrutar de una buena salud cognitiva, debe requerirse que las personas mayores realicen ejercicio y que perseveren. Y es que el beneficio solo se obtiene con el paso de los meses, no habiéndose observado ninguna relación entre la cantidad semanal de ejercicio y una mejora de las capacidades de pensamiento.

Como refiere Joyce Gomes-Osman, «solo la duración total del ejercicio se asoció con esta mejoría. Pero nuestros resultados también ofrecen una visión más profunda. Dado que la mayoría de participantes –hasta un 58%– eran sedentarios en el momento de su inclusión en los ensayos clínicos, nuestro trabajo sugiere que la práctica de ejercicio para combatir el sedentarismo podría ser una razón para esta mejora de las capacidades del pensamiento».

Así, concluye el director de la investigación, «según nuestros hallazgos, parece que se requiere un programa de ejercicio a largo plazo para mejorar las capacidades de pensamiento. Es ciertamente interesante comprobar que incluso aquellas personas que tomaron parte en programas de ejercicio de menor intensidad también lograron este beneficio. No todo el mundo tiene la motivación o fuerza de voluntad para iniciar un programa de ejercicios de alta intensidad, pero todos podemos beneficiarnos de un plan físicamente menos exigente»

El tabaco causa cardiopatías y apoplejía

La Organización Mundial de la Salud, OMS, advierte que el uso de tabaco causa enfermedades cardíacas y apoplejía y puede causar hasta tres millones de muertes prematuras por año. La advertencia tuvo lugar el jueves, al conmemorarse el Día Mundial Sin Tabaco.

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Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte, matando a casi 18 millones de personas cada año. La Organización Mundial de la Salud atribuye unos tres millones de esas muertes al uso de tabaco y exposición al humo.

Douglas Bettcher, director de la OMS para la prevención de enfermedades no transmisibles, dice que la mayoría de las personas están al tanto que fumar aumenta el riesgo de cáncer y enfermedades pulmonares, pero estudios muestran que muchas de esas personas no están al tanto de que el uso de tabaco también genera ataques cardíacos y apoplejía.

“Hay grandes brechas en el conocimiento de los riesgos de enfermedades cardiovasculares por el uso de tabaco. Y en muchos países, esas brechas de conocimiento son muy sustanciales. El porcentaje de adultos que no creen que fumar causa apoplejía, por ejemplo, en China, es tan alto como el 73%. Para ataques cardíacos, por ejemplo, 61% de los adultos en China no están al tanto de que fumar aumenta el riesgo”.

Douglas Bettcher, director para prevención de enfermedades no transmisibles en la Organización Mundial de la Salud, OMS.

El conocimiento es poder. Y en este caso, el gerente de proyecto de la OMS Vinayak Prasad, dice que el conocimiento puede salvar vidas.

“Si los fumadores dejan de fumar, el riesgo de enfermedades cardiovasculares desaparece en 15 años. Entonces, 15 años después de dejar de fumar, el riesgo es el mismo que si nunca hubiera fumado”.

La OMS informa que el uso de tabaco disminuyó de 27% en el año 2000 a 20% en 2016. Sin embargo, indica que el fumar mata a más de siete millones de personas cada año. La agencia de la ONU dice que más de 80% de los fumadores de tabaco viven en países en desarrollo y las cifras allí están aumentando.

La OMS destaca que la prevalencia de fumar está en declive en todas las regiones del mundo excepto en el Medio Oriente y África.