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En qué parte se ubica la conciencia?

Un estudio de la Universidad de Londres indica que una región del cerebro situada detrás de los ojos es el centro de la autoreflexividad de las personas.

¿Quién no se ha sentido agobiado por la conciencia? Un estudio divulgado en la revista estadounidense Science demostró que una región del cerebro ubicada detrás de los ojos es el centro de la autoreflexividad.
Según el estudio esta región está más desarrollada en las personas de gran capacidad de introspección y esto permitirá mejorar los tratamientos para víctimas de accidente cerebrovascular o de fuertes traumatismos
Estas conclusiones llegaron luego de que se sometió a 32 personas saludables a una prueba para evaluar el grado de confianza a partir de un interrogatorio. Después de eso, hubo un examen de los cerebros de los participantes a través de un sistema de imagenología por resonancia magnética.
Los análisis ayudaron a descubrir que una sección frontal cerebral es indicadora de reflexividad.
El estudio dirigido por el profesor Geraint Rees de la University College de Londres concluyó que el volumen de materia gris en la parte anterior del lobulo frontal del cerebro es un considerable indicador de la capacidad de reflexión de la persona sobre sus propios actos o pensamientos.
Esta misma región aloja diferentes funciones cognitivas superiores como el lenguaje, la memoria del trabajo y del razonamiento. Además esta es la zona que se desarrolló más durante la evolución de los primates a los homínidos.

Mantener la mente en forma

Así como el ejercicio físico contribuye a la elasticidad de los músculos y el buen funcionamiento articular y cardiovascular, el cerebro debe ejercitarse para evitar el deterioro funcional, en particular en relación con la pérdida de la memoria

El aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población implican un aumento de la incidencia y prevalencia de determinados trastornos como las deficiencias de la memoria. La pérdida de la memoria se está convirtiendo en una de las mayores preocupaciones en la sociedad del siglo XXI. Y ello no solamente concierne a las demencias sino también a las dificultades relacionadas con el envejecimiento normal. Entre la población de adultos mayores de 65 años, las quejas sobre la pérdida de memoria ocupan un lugar primordial en la consulta médica.
La memoria es un proceso psicológico que posibilita a un individuo registrar, conservar y evocar experiencias. Es un mecanismo de almacenamiento y clasificación de información que luego puede ser recuperada a voluntad aunque también los recuerdos pueden surgir involuntariamente. Cuando funciona bien, en las personas sanas, no existe prácticamente conciencia de que casi todas las acciones dependen de ella. En cambio, aún mínimas fallas como no recordar el nombre de alguien en un evento social nos frustra y pone de relieve su importancia.
Se estima que el 25% a 50% de los mayores de 60 años padece alguna forma de trastorno de la memoria. Ello se debería a cambios físicos en el cerebro como la pérdida de células cerebrales llamadas neuronas o disminución de neurotransmisores (sustancias encargadas de la comunicación entre las neuronas).

Clasificación de los trastornos de la memoria en la edad avanzada

  • Alteraciones normales
  • Trastornos asociados a la edad u olvidos benignos
  • Deterioro cognitivo leve
  • Deficiencias de la memoria asociadas a enfermedades (Alzheimer, depresión)

Las personas que están preocupadas por su memoria deben consultar un médico. Mala memoria no es sinónimo de enfermedad de Alzheimer; pero puede haber otras afecciones que causen deterioro de la memoria como la deficiencia de vitamina B12, el consumo abusivo de algunos medicamentos y las enfermedades de la glándula tiroides. El estrés, la ansiedad y depresión son motivos muy frecuentes de alteraciones de la memoria. Las personas con estas características no prestan atención a lo que ocurre a su alrededor y es por ello que no recuerdan. Pero estas fallas son reversibles. El alcoholismo crónico de larga data es una causa de pérdida de la memoria pero no siempre es reversible.

Cómo impacta la pérdida de memoria

  • Limitación de la actividad intelectual
  • Disminución de la actividad psíquica
  • Reducción de su autonomía
  • Inseguridad
  • Introspección y aislamiento

Cómo prevenir su deterioro o restituirla
La memoria no es únicamente el producto de la actividad aislada del cerebro sino que los recuerdos se construyen sobre la base de asociaciones con algo conocido. Por ejemplo los niños pequeños asocian a su madre con un olor particular. Es por ello que para recordar es necesario facilitar el restablecimiento de estas relaciones adquiridas mediante diversas estrategias.

En primer lugar es importante que la persona tenga un motivo para recordar. A partir de allí mediante ejercicios se puede reforzar lo aprendido.

Se sabe que la ejercitación y estimulación de la memoria pueden retrasar la aparición de los trastornos de esta facultad en personas sanas.

Algunos autores afirman que las personas con un mayor nivel de educación están menos predispuestas a padecer la enfermedad de Alzheimer o al menos retrasarían su aparición. Una de las actividades que mayor beneficio ha dado hasta el momento es la “lectoescritura asociada” una técnica que practicamos al realizar crucigramas.

Los especialistas aconsejan ejercitar la memoria al menos durante 40 minutos o una hora diaria con el objetivo de incentivar áreas de pensamiento que no se utilizan.

Algunos ejercicios para conservar la memoria

  • Memorizar listas (compras, números telefónicos)
  • Cantar.
  • Aprender un nuevo idioma
  • Leer el diario y discutir la actualidad
  • Jugar ajedrez
  • Participar en actividades relacionadas con la música, la plástica, arte, etc.
  • Realizar juegos de ingenio
  • Hacer rompecabezas
  • Mantener conversaciones o realizar actividades con personas de menor edad
  • Realizar actividades recreativas grupales
  • Evitar el estrés emocional

La nutrición adecuada

La mujer saludable debe alimentarse bien, la nutricionista, Lic. Emilce Queiroz nos dice cómo.

–¿Cómo alimentarse y cuidarse?

–Es necesario que la mujer disminuya el peso: debe lograrse una disminución moderada de peso entre el 5 al 10%, en términos de conseguir el restablecimiento de los ciclos menstruales ovulatorios, y una mejoría importante del cuadro endocrino metabólico. Se aconseja el consumo de alimentos de baja carga glicémica. Los alimentos con un índice menor a 55 se consideran como de bajo índice glicérico, como las frutillas, arvejas, legumbres secas y duraznos. Los alimentos con un índice entre 55 y 70 se consideran como de mediano índice glicémico, como pan integral, choclos en espiga, banana. Los alimentos con un índice mayor a 70 se consideran de alto índice glicémico, pan blanco, papa, arroz blanco y cereales no integrales, fideos integrales y piña.
Las hortalizas del grupo A se pueden consumir con libertad dada su baja densidad calórica. Por ejemplo, acelga, lechuga, apio, berenjena, berro, brócoli, coliflor, espinaca, pepino, rabanito, repollo, repollito de brucelas, zapallito, el tomate limitar a 1 unidad.
Las hortalizas del grupo B son arvejas, cebollas, chauchas, palmitos, puerro, remolacha, zapallo, zanahoria.
Las frutas que se pueden consumir hasta 2 porciones al día son: 1 mandarina grande, 1 naranja pequeña, ½ pomelo pequeño, 12 frutillas o 1 taza, 1 manzana pequeña, 1 taza de sandía, 12 uvas, 1 rebanada de piña, ½ banana pequeña, 2 ciruelas medianas, 1 porción de melón.
Condimentos: Se puede usar en cantidades libres, menta, ajo, apio, laurel, orégano, perejil, limón, canela, azafrán, vainilla, nuez moscada, vinagre.

–¿Cuáles son los buenos hábitos nutricionales?

–Mantener horarios regulares de comida, no pasar más de 4 horas sin ingerir alimentos. Incluir en cada comida proteínas bajas en grasas, como leche descremada y derivados. Consumir los carbohidratos por la mañana y evitar por las noches. Evitar totalmente azúcar, comida chatarra y alimentos refinados. Preferir alimentos ricos en Magnesio, cromo y aceites omega 3.
Es recomendable realizar ejercicios físicos de tipo aeróbico: caminatas de 3 a 5 veces por semana por lo menos 20 a 60 minutos. Entre sus beneficios mejora de la sensibilidad a la insulina, pérdida de peso, control del apetito y sensación de bienestar.
Además, es aconsejable desayunar aunque no se tenga apetito, combinar carbohidratos y proteínas, evitar comer carbohidratos después del mediodía, preferir alimentos con bajo índice glicémico, no ingerir alimentos de alto tenor graso.