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¿Porqué, dormir es fundamental para sobrevivir?

A pesar de que dormimos un tercio del día y de que tenemos muy claro que privarnos del sueño tiene consecuencias directas sobre nuestra salud física y mental, el sueño sigue siendo, en gran parte, un misterio.

Científicos demostraron que hay picos en el electroencefalograma de un sujeto dormido cuando se pronuncia su nombre en voz alta.

¿Cuánto tiempo puede permanecer una persona sin dormir de forma voluntaria? 

Nadie ha logrado superar hasta ahora el récord de Randy Gardner, quien en 1963, siendo un estudiante de secundaria, pudo mantenerse despierto durante 264,4 horas —once días y veinticuatro minutos— en el marco de un proyecto escolar. A pesar de que logró recuperar sus pautas de sueño normales después del episodio, años después, en lo que él mismo llamó una “retribución kármica” por su proeza adolescente, experimentó un fuerte insomnio.

Alrededor del 10 al 20% de los adultos en el mundo sufren de insomnio. Este se ha asociado con diversas afecciones como la hipertensión, la diabetes, las enfermedades cardiacas, el cáncer y la depresión. La dificultad para iniciar o mantener el sueño repercute en la salud física y mental pues, como dice en su libro El cuerpo humano: guía para ocupantes el divulgador científico Bill Bryson: “No hay ninguna parte del cuerpo que no se beneficie del sueño o no sufra por su ausencia”.

Si nos privan del sueño durante el tiempo suficiente, nuestro cuerpo no podrá soportarlo y moriremos. No obstante, como demuestra un experimento realizado en 1989, por investigadores de la Universidad de Chicago que mantuvieron despiertas a diez ratas hasta que el agotamiento las mató, sus autopsias no mostraron ninguna anormalidad específica que explicara sus muertes.

El sueño se asocia a múltiples procesos fisiológicos: el restablecimiento del equilibro hormonal, la eliminación de las neurotoxinas acumuladas en el cerebro, el reajuste del sistema inmunitario y la consolidación de los recuerdos. El sueño no solo es una necesidad biológica que compartimos con los animales, sino que además es fundamental para nuestro funcionamiento cognitivo y emocional.

LOS MISTERIOS DE LA FASE REM

En 1951, Eugene Aserinsky probó una máquina para medir las ondas cerebrales en su hijo de ocho años y descubrió, por primera vez, lo que ahora se conoce como sueño de movimientos oculares rápidos, o REM, en palabras de Bill Bryson, “la más interesante y misteriosa” de las fases del sueño. En ella, no solo los ojos experimentan movimientos rápidos bajo los párpados, sino que además algunas partes del cerebro están más vivas que cuando estamos plenamente conscientes.

La explicación más frecuente es que la inmovilización del cuerpo, pero no de los ojos, impide que nos hagamos daño mientras estamos soñando. En promedio, una persona se da la vuelta o cambia de posición unas 30 a 40 veces en el transcurso de la noche. Además, los momentos de alerta y despertares breves nocturnos pueden sumar unos 30 minutos en total, sin que seamos conscientes de ellos.

Entre las parasomnias —los trastornos del sueño— más comunes están las pesadillas, los terrores nocturnos, el sonambulismo y el despertar confuso. Y mientras unas 4 millones de personas en el mundo sufren de narcolepsia, un trastorno debido a la falta del receptor hipocretina, al menos el 50% de las personas que roncan sufren de apnea del sueño.

Pero, definitivamente, entre los misterios del sueño más curiosos está la sensación abrupta de tropezar y caer mientras dormimos, conocida como espasmo mioclónico o sacudida hipnótica. Como cuenta Bryson, existe la teoría de que el origen de esa sensación “se remonta a los tiempos en los que dormíamos en las copas de los árboles y debíamos tener cuidado de no caer”.

Un caso similar de alerta en el sueño lo muestran los estudios de la Universidad de Oxford que descubrieron picos en el electroencefalograma cada vez que se pronunciaba en voz alta el nombre de los sujetos dormidos. Asimismo, mucha gente es capaz de despertarse a una hora determinada sin alarma, lo cual demuestra que alguna parte de su mente está pendiente de hacerle seguimiento al mundo real a pesar de esta durmiendo.

LA NECESIDAD DEL SUEÑO

Si bien es cierto que sabemos que necesitamos dormir un número determinado de horas cada noche para estar en forma óptima durante la vigilia, la cantidad de sueño que necesita cada animal —incluyendo al ser humano— varía de forma considerable entre las especies. Mientras los caballos y los elefantes duermen solo dos o tres horas al día, el perezoso de tres dedos en cautiverio duerme unas veinte, y algunas aves y mamíferos marinos tienen la capacidad de apagar la mitad de su cerebro e ir alternando, para que mientras una parte dormita la otra se mantenga alerta.

Los seres humanos, por nuestro lado, requerimos entre 6 y 8 horas de sueño nocturno diarias, pero esto, sobre todo, cuando somos adultos. Los bebés duermen alrededor de 15 horas diarias, los niños pequeños, unas 12; y los adolescentes, unas 10.

Tal como afirma Bryson, existe la creencia universal de que el sueño responde a alguna profunda necesidad elemental. Que, de alguna forma, nos prepara para estar despiertos. Y, aunque año tras año se desarrollan estudios sobre esta necesidad básica, aún no tenemos claridad absoluta sobre por qué es tan importante. Lo que sí está claro es que, en palabras del autor de El cuerpo humano: guía para ocupantes, “el sueño es, obviamente, mucho más que un mero descanso”, más que mera “inactividad reparadora”.

Si te ha interesado este tema, puedes encontrar más información en el libro “El cuerpo humano: guía para ocupantes”, que está incluido en el Pack Bill Bryson: Una breve historia de casi todo + El cuerpo humano, publicado por RBA, una combinación de lecturas que te acompañará en el camino de conocer temas que van desde el funcionamiento de las tripas hasta los misterios de la astronomía.

Fuente: nationalgeographic.com.es

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