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Juicios sobre la obesidad

¿Por qué engordamos? ¿Cómo se acumula la grasa en el cuerpo? ¿Cuál es la explicación de que el peso de unas personas aumente más que el de otras aunque coman lo mismo? Conocer los mecanismos de la obesidad es uno de los objetivos más perseguidos por la investigación médica en los últimos tiempos. Dos trabajos publicados esta semana aportan nuevas perspectivas para asomarse al que ya se conoce como el mal del nuevo siglo.
El primero de estos estudios, publicado en la revista 'Cell Metabolism' sugiere que no toda la grasa que se almacena en el organismo tiene las mismas propiedades. Según esta investigación preliminar, los lípidos que se acumulan en el área subcutánea podrían ser, al contrario que los almacenados en el abdomen, positivos para la salud.
"La mayoría de estudios previos se habían centrado en los efectos nocivos de la grasa intra-abdominal [el tamaño de la cintura se asocia con mayor riesgo de diabetes y otras enfermedades cardiovasculares], pero pocos habían profundizado en la subcutánea", señala a elmundo.es Ronald C. Kahn, miembro de la Harvard Medical School (Boston, EEUU) y principal autor del trabajo.
"Nuestros hallazgos sugieren que no toda la grasa es mala. La acumulada en muslos y caderas [subcutánea] parece provocar efectos beneficiosos en el metabolismo, lo que hace que el desarrollo de la diabetes sea menos probable", aclara.

Investigación preliminar

Para llegar a esta conclusión, el equipo de este experto realizó varios experimentos en animales partiendo de una pregunta: ¿los efectos sobre la salud de todas las células que acumulan grasa en el organismo son los mismos independientemente de su localización?
Los investigadores trataron de encontrar la respuesta trasplantando grasa de la zona abdominal en regiones subcutáneas de ratones y viceversa.
Los resultados de su trabajo mostraron que, cuando la grasa subcutánea se colocaba en la zona abdominal, los animales adelgazaban y mejoraban sus niveles de insulina y glucosa en sangre. Por el contrario, el trasplante de grasa abdominal en muslos y caderas no producía ningún efecto en el metabolismo de los ratones.
"Esto indica que el tejido subcutáneo tiene unas propiedades celulares autónomas que pueden actuar sobre otros tejidos para mejorar la sensibilidad a la insulina y el estado metabólico", señalan los autores en su trabajo. "Encontrar el mecanismo que genera este efecto beneficioso podría ser clave para desarrollar nuevos fármacos contra la obesidad", remarca Kahn, quien prolongará la investigación para tratar de dar con esa clave.

Las células de la grasa permanecen

Analizar el comportamiento de la grasa dentro de nuestro organismo también era el objetivo de otra investigación cuyos resultados se publican en el último número de 'Nature'.
Este trabajo, dirigido por científicos del Instituto Karolinska (Suecia), ofrece respuesta a una de las preguntas más frecuentes: ¿cómo engordamos? Aunque otras investigaciones ya habían señalado que, al ganar peso, el organismo de un adulto no crea nuevos adipocitos – células que almacenan la grasa -, sino que acumula más lípidos en las células ya existentes, este trabajo apunta un dato novedoso: los adipocitos se regeneran constantemente.
Según sus datos, el número de células que almacenan grasa se adquiere en la infancia y adolescencia.
Una vez que la persona llega a la edad adulta, la cantidad total de esas células permanecerá siempre invariable, aunque en constante renovación. Así, cada año moriría un 10% de estas células, que sería reemplazado por un porcentaje igual de adipocitos generados.
Aunque ambos trabajos necesitan posteriores investigaciones que ratifiquen sus conclusiones, ofrecen nuevas vías para enfrentarse a la diabetes.
Y, teniendo en cuenta que, según la Organización Mundial de la Salud, en 2015 habrá más de 700 millones de obesos en todo el mundo, no está de más contar con nuevas armas. Eso sí, no hay que olvidar que, en la mayoría de los casos, es posible vencer al sobrepeso si se ingieren menos calorías de las que se gastan.

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