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Superar la alergia al huevo y a la leche en sólo una semana ya es posible

  • E l tratamiento funciona con pacientes de entre 4 y 10 años con alergias leves o moderadas a estos alimentos
Superar la alergia al huevo o a la leche en solo una semana ya es posible. Hasta ahora, el método de desensibilización convencional empleado para suprimir la alergia a estos dos alimentos básicos requería de un proceso de dos meses, en el caso del huevo, y de tres a cuatro meses, en el de la leche. Especialistas de la Clínica Universidad de Navarra han conseguido que pacientes pediátricos con alergia al huevo o a la leche se desensibilicen en menos de siete días, y mediante una terapia de exposición progresiva al alimento.

Las alergias al huevo y a la leche suponen una limitación en la dieta de quien lo sufre dada su presencia en multitud de alimentos elaborados y en gran cantidad de productos cocinados. «Aproximadamente un 80% de los niños supera esta alergia de forma espontánea a los tres años de edad. Sin embargo, existe un 20% que no lo hace», asegura la doctora María José Goikoetxea, especialista del Departamento de Alergología e Inmunología de la Clínica Universidad de Navarra.

El tratamiento es sencillo. Fundamentalmente se basa en reeducar a las células que reaccionan ante alimentos inocuos como la leche o el huevo. «Esta reeducación consiste en administrar cantidades muy pequeñas de estos productos, inicialmente mínimas, y cuyo volumen se aumenta de forma progresiva semanalmente. Los incrementos del alimento que provoca la alergia se realizan siempre en el recinto hospitalario, de forma que el paciente esté en condiciones de seguridad mientras su organismo va asimilando estas sustancias sin reaccionar contra ellas», detalla la especialista. El objetivo de la desensibilización es, en el caso de la leche, llegar a poder ingerir un vaso de 200 ml y en el del huevo, un huevo frito o en tortilla tres veces por semana. [Los cuidados que hay que tener con un niño alérgico]

Para poder reducir los plazos de efectividad a tan sólo una semana, al paciente se le administran varias dosis en un mismo día, aumentando la cantidad progresivamente durante varios días consecutivos. «Cuando la sensibilización al producto es baja y si el sistema inmune del niño lo permite, la ‘dosis objetivo’ puede conseguirse en cinco días. En el caso del huevo esta dosis consiste en un huevo frito y en el de la leche, 200 ml», indica la doctora Goikoetxea.

Este proceso de desensibilización «exprés» está indicado para pacientes con una sensibilización no muy elevada a estos alimentos y una edad comprendida entre los 4 y los 10 años. Cuanto mayor sea el paciente, más difícil es la aceptación de los alimentos a los que se tiene sensibilización por parte del sistema inmunitario.

El protocolo de exposición al alimento comienza el primer día con «una provocación para que ocurra una reacción. Se pretende esta reacción porque se trata de localizar el umbral en el que se produce la reactividad en ese niño. A partir de esa reacción, se aprovecha que las defensas quedan ‘noqueadas’, de forma que al día siguiente se comienza desde la mayor dosis tolerada sin reacción. A partir de ese momento es cuando se empieza a construir la desensibilización», señala la alergóloga.

Consumo diario del producto


De este modo, si la reacción se produce con dosis muy pequeñas, la desensibilización tardará más en conseguirse. «Pero si ocurre con una dosis muy alta podría conseguirse la desensibilización en menos de 5 días», expone. En esta pauta rápida se administran antihistamínicos a partir del segundo día, en dosis similares a las que se manejan en una dermatitis atópica o en una rinitis.

Una vez que el paciente llega a tolerar la «dosis objetivo», debe seguir una pauta constante de consumo diario del producto al que reaccionaba su organismo. «Esta sería la fase de mantenimiento –indica la doctora Goikoetxea-. El paciente debe tomar un vaso de leche diario o un huevo tres días a la semana, ya que si eliminamos el estímulo, podríamos perder la tolerancia adquirida». Se trata en definitiva de que las defensas del paciente actúen con normalidad ante situaciones tan inocuas como comer huevo o beber leche.

La especialista muestra su satisfacción ante los resultados obtenidos, ya que comprobar cómo, tras el tratamiento, un niño es capaz de comer bizcocho o un huevo frito o un yogur en el caso de alergia a la leche, «y, sobre todo, no tener que revisar las etiquetas de todos los productos que consume, es algo muy importante para la calidad de vida del paciente y de su familia».

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