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Hay menos alergias alimentarias de las que nos creemos

Cada vez se dan más alergias alimentarias. En Estados Unidos, un país donde existen registros bien documentados de los casos, uno de cada diez adultos es alérgico a algún alimento. Y sin embargo, tal y como demuestra un estudio reciente, la cantidad de personas que cree ser alérgica es mayor de la que en realidad lo es.



 
Puede parecer un dato contradictorio, pero no lo es en absoluto. Casi la mitad de las personas que creen tener alguna alergia alimentaria en realidad no la sufre, y esto es un problema. Porque otra cuestión que se refleja en el estudio es que la gran mayoría de la población no está supervisada por un médico, y simplemente decide qué alimentos dejar de consumir.

Vayamos por partes. Lo primero que hay que aclarar es la diferencia entre una intolerancia alimenticia y una alergia. Cuando una persona es intolerante a un alimento, su cuerpo no es capaz de metabolizar – digerir y aprovechar – determinados componentes. Dependiendo de cómo sea la intolerancia, la reacción puede ir desde un pequeño malestar a una incomodidad seria. Pero en ningún caso existe riesgo para su vida.

En cambio, una alergia provoca una reacción violenta del sistema inmune, y puede desembocar en un ataque anafiláctico. Que, si no se trata adecuadamente, puede provocar la muerte. Así que conocer la diferencia es fundamental. Los alérgicos deben llevar – y saber aplicarse – una inyección de epinefrina para contrarrestar el ataque anafiláctico. Pero como la mayoría de la población no sigue indicaciones médicas, no cuentan con estas inyecciones, lo que pone sus vidas en riesgo.

Claro, que la situación contraria no es buena tampoco. Las intolerancias permiten consumir un rango de alimentos más amplio, y cuando se confunde una intolerancia con una verdadera alergia, las personas dejan de consumir alimentos y nutrientes necesarios para su bienestar y su salud. Eliminar alimentos de la dieta sin un seguimiento médico es realmente peligroso, y puede desembocar en malnutriciones aunque el paciente crea estar llevando una alimentación adecuada.

En resumen, que cualquier tipo de restricción en la dieta debe tener un buen motivo y ser supervisada por un especialista… que es lo que no se hace y deberíamos solucionar.

Mel Greaves, el científico que descubrió una forma de prevenir la leucemia infantil

Cuando era pequeño, en una España que afortunadamente ha quedado muy atrás, eran tristemente comunes los poblados de chabolas en los que malvivían varias familias de etnia gitana. 



Por aquellos años, era corriente oír cosas sobre lo listos y fuertes que se hacían los niños que vivían en aquellas precarias condiciones . “No les oirás hablar de alergias”, decían algunas personas.

Hoy ha vuelto a mi memoria aquella lamentable realidad previa a las políticas de integración, leyendo – ya veis que pequeño es el mundo – un interesante artículo en The Guardian sobre el trabajo del profesor Mel Greaves (Instituto de Investigación Oncológica de Londres), quien lleva tres décadas interesado en conocer las causas que conducen al desarrollo de la leucemia infantil. ¿Qué relación hay entre aquellos niños romanís de mi infancia y la leucemia? Tendrás que leer más para averiguarlo.

Hace años que sigo con interés los avances en el tratamiento de la leucemia infantil, especialmente desde que colaboré con la Fundación Josep Carreras. Por ello ha sido un verdadero placer conocer todo lo que hemos aprendido a lo largo de 30 años gracias al trabajo de investigadores como Mel Greaves, a quien la corona británica acaba de nombrar caballero, por lo que tal vez deba hablar de él como Lord Mel Greaves.

En The Guardian, Greaves explica que ahora son capaces de entender por qué en el Reino Unido y en otros países de su entorno, aumenta el número de casos de leucemia linfoblástica aguda infantil (LLA) en un 1% anual. La noticia es ciertamente desesperanzadora, pero hay que añadir que afortunadamente ahora se curan el 90% de los casos, todo un logro si tenemos en cuenta que en la década de 1950 este tipo de cáncer era letal.

La incidencia de la LLA está relacionada con las sociedades desarrolladas, por lo que ese 1% de crecimiento en la incidencia no se observa en economías emergentes. Esta enfermedad se produce por una secuencia de sucesos biológicos que se inician con una mutación genética que surge durante en desarrollo fetal en 1 de cada 20 embarazos. Esta mutación se da de forma accidental en el útero, no es hereditaria y no implica que los niños vayan necesariamente a desarrollar leucemia más adelante, aunque sin embargo les introduce en el grupo de riesgo.

Greaves ha observado que es necesario algo más, otro evento biológico, para que luego irrumpa la leucemia, y al parecer ese “plus” se relaciona con el sistema inmunológico. “Para que el sistema inmune de un humano funcione de forma correcta, debe enfrentarse a una infección durante el primer año de vida” afirma el recién nombrado Lord.

Sin esa confrontación contra los gérmenes, nuestro sistema inmunológico es como un arma defectuosa que no disparará correctamente cuando la necesitemos. Sin embargo, por razones obvias y loables, los padres vivimos una creciente obsesión por la higiene en torno a nuestros hijos. Tenemos toallitas antisépticas, usamos jabones antibacterianos y limpiamos el suelo de nuestros hogares con productos desinfectantes.

Además, cada vez es más común que los neonatos abandonen la lactancia natural y la sustituyan por fórmulas de farmacia. Y en cuanto a ese primer año de vida, muchos niños tienen poco o nulo contacto con otros niños debido a la reducción de la natalidad.

Si sumamos todo esto vemos que nuestros bebés apenas tienen contacto con los gérmenes. Luego, cuando finalmente el bebé se expone a una infección, puede suceder que su sistema inmunológico sobre reaccione provocando una inflamación crónica. Es esta inflamación la que hace que se liberen a la sangre unas proteínas llamadas citoquinas que son las responsables de que se produzca una segunda mutación, que da como resultado la leucemia en aquellos niños que habían experimentado la primera mutación durante su desarrollo fetal.

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¿Se transmite el Alzhéimer?

Durante las últimas décadas el origen del Alzhéimer se ha convertido en uno de los debates científicos más apasionantes de la biología y medicina modernas. 

 

De hecho, deberíamos matizar que ni siquiera asistimos realmente a un debate sino que aún estamos en una fase de búsqueda abierta en la que todo parece apuntar a múltiples factores. No es un problema con una sola solución y todavía no sabemos qué elementos y mecanismos, genéticos o ambientales, conforman el origen de esta enfermedad.

Para enredar la madeja un poco más, esta semana la revista Nature ha publicado un editorial titulado “la teoría del Alzhéimer transmisible gana terreno” donde se hacen eco de un controvertido estudio realizado en ratones que afirma que, bajo determinadas y muy precisas circunstancias, las proteínas Beta-amiloides implicadas en el Alzhéimer pueden llegar a transmitirse.

Para comprender mejor el apasionante problema del origen del Alzhéimer y las posibles implicaciones de este nuevo estudio, contactamos con dos expertos en el tema: César Tomé, divulgador científico y experto en el campo de la neurociencia y el doctor Javier S. Burgos, Director Gerente del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital La Fe de Valencia.


Infografía del estudio publicado con inoculación de Beta-Amiloide a ratones doblemente mutados | imagen Silvia A. Purro, Mark A. Farrow, et al.

En primer lugar debemos reconocer que la neurociencia actual todavía no ha encontrado una respuesta contundente sobre el origen del Alzhéimer. Pero sabemos cosas importantes como que la acumulación en el cerebro de algunos compuestos, como las proteínas Beta-amiloides y las proteínas Tau, tiene implicaciones importantes en el desarrollo de la enfermedad. Pero no es tan simple porque “la mera deposición de amiloide en el cerebro no equivale a tener alzhéimer, es una condición necesaria pero no suficiente”, explica el doctor Burgos, “ni siquiera la deposición de amiloide supone directamente deterioro cognitivo”.

En los cerebros de personas con Alzhéimer se han encontrado estas acumulaciones de proteínas, sin embargo la existencia de estos depósitos no siempre desencadena automáticamente la enfermedad. El ejemplo más curioso lo encontramos en un original estudio realizado en la década de los ’80 en el conocido “estudio de las monjas”. David Snowdon, profesor de neurología en la Universidad de Kentucky realizó un análisis revelador con un grupo de 678 religiosas católicas del convento de las Hermanas de Notre Dame. En este estudio, el neurólogo encontró que muchas monjas poseían abundantes depósitos de amiloides pero no habían desarrollado la enfermedad.

Aquel estudio con monjas nos demostró que la acumulación de estas proteínas en el cerebro parece ser necesaria, pero no es suficiente para desencadenar Alzhéimer. Existe un amplio abanico de factores que pueden influir, desde una situación económica y sanitaria estable, realizar una alimentación saludable o llevar a cabo un ejercicio moderado con frecuencia.


El origen del dolor

El dolor es bueno. O mejor dicho, el dolor es necesario para nuestra supervivencia como animales. Por una parte, nos enseña qué nos daña. Y por otra sirve para avisar a nuestro cuerpo de qué zonas están dañadas – qué tejidos han sido afectados – y qué hay que reparar. Lo curioso es que ambas informaciones, la del dolor y la de cómo evitar el dolor, siguen vías independientes, como se explica en un artículo reciente.



¿Por qué es curioso? Por dos motivos. En primer lugar, porque el tejido nervioso es “caro”. Es un tejido muy especializado, con un alto coste de generación y mantenimiento. En estas circunstancias, resulta sorprendente que las vías se dupliquen.

Y en segundo lugar, porque se pensaba, o consideraba, que seguían la misma ruta. Todos los estudios anteriores llevaban a pensar que la sensación de dolor continuo y el comportamiento de evitar el dolor eran, en realidad, un único estímulo interpretado dos veces.

Conviene explicar qué es “dolor continuo”. Que no implica dolor crónico, o dolor permanente. La mejor manera de entenderlo es un ejemplo: cuando nos quemamos un dedo, el dolor permanece un tiempo después de que hayamos apartado el dedo de la llama. A eso nos referimos con dolor continuo. El comportamiento de evitar el dolor es el acto inconsciente que todos hacemos: llevarnos el dedo a la boca.

Saber que ambas vías son distintas y corren en paralelo tiene mucha más importancia de lo que podríamos pensar. Especialmente en el campo médico, y bastarán dos ejemplos para entenderlo. El primero es que muchos medicamentos contra el dolor comienzan siendo muy prometedores… hasta que alcanzan cierta fase clínica. Y a partir de cierto punto, dejan de ser funcionales y nunca llegan a convertirse en medicamentos.

El segundo ejemplo está relacionado, y tiene que ver con la epidemia de opiáceos que se puede observar en Estados Unidos principalmente – a Europa aún no ha llegado, o al menos no con la misma gravedad. Se emplean muchos opiáceos, que son medicamentos que generan adicción, ya que palían el dolor. Y no tenemos muchos más medicamentos que lo hagan.

Saber que el dolor que sentimos tiene dos vías nos ayudará a atajar los problemas vinculados a esta sensación de manera mucho más positiva, y con menos peligro.

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Consiguen reprogramar células cutáneas y convertirlas en células que combaten el cáncer

La Inmunoterapia es una de las más recientes y novedosas armas que la ciencia está desarrollando en la batalla contra los variados tipos de cáncer. 


 
El concepto es sencillo: estimular las defensas naturales de nuestro cuerpo, utilizando sustancias producidas por nuestro propio organismo o fabricadas en un laboratorio para mejorar o restaurar la función del sistema inmunitario con el objetivo de combatir el cáncer. Dentro de esta idea de inmunoterapia existen diversas técnicas y una de ellas, la más difícil hasta el momento, consiste en reprogramar células de diferentes tipos y convertirlas en “soldados” de nuestro sistema de defensa para que neutralicen o ataquen la amenaza.

Esta tarea de “reprogramación celular” ha conseguido esta semana un significativo avance gracias a las investigaciones de un equipo de científicos de la Universidad de Lung que ha conseguido reprogramar células cutáneas, tanto en ratones como en seres humanos, y las han convertido en células dendríticas.

Si imaginamos nuestro sistema inmune como un cuerpo de policía, las células dendríticas serían los agentes que identifican la amenaza y que son capaces de activar a otros agentes de seguridad capaces de atacar ese riesgo. De esta manera, las células dendríticas son leucocitos que identifican al individuo sospechoso, trabajan como primera contención y además poseen la capacidad de poner en funcionamiento la actividad de otras defensas, como los linfocitos T.

Estas células dendríticas trabajan constantemente analizando y vigilando los tejidos del organismo en busca de agentes extraños, como bacterias, virus o células cancerosas, para atacarlos mediante antígenos e iniciando la acción de otros linfocitos.

Una de las grandes desventajas de numerosos tipos de cáncer es que sus células consiguen afectar y limitar o anular la acción de estas células vigilantes, por lo que es importante lograr técnicas capaces de generar más células dendríticas. En el trabajo, publicado esta semana en la Revista Science Inmunology, los investigadores de Lung han logrado convertir células cutáneas, reprogramar su función y transformarlas en células dendríticas.




“Desde una sección de tejido extraída de la piel, podemos cultivar millones de células y reconvertirlas en células dendríticas con un proceso que solo lleva nueve días”, dice Filipe Pereira, líder del equipo de investigación que realizó el estudio. En el trabajo publicado se demuestra que estas células reprogramadas son capaces de cumplir las funciones de defensa de las células dendríticas y que podían actuar de manera natural frente a células cancerígenas en los experimentos realizados en tejidos de ratones y de seres humanos.

La reprogramación directa representa una increíble oportunidad hacia nuevos y más efectivos tratamientos, con la ventaja añadida de que se utilizan células de tu propio organismo evitando así muchas contraindicaciones y efectos secundarios.

Referencias científicas y más información:

Fábio F. Rosa, Cristiana F. Pires, Ilia Kurochkin, Carlos-Filipe Pereira, et al. “Direct reprogramming of fibroblasts into antigen-presenting dendritic cells” Science Immunology 07 Dec 2018:Vol. 3, Issue 30, eaau4292 DOI: 10.1126/sciimmunol.aau4292

Lund University “A code for reprogramming immune sentinels” Medical Xpress

Misteriosa enfermedad paralizante alcanza cifras récord en EE.UU.

NUEVA YORK - Este año ha habido un número récord de casos de una misteriosa enfermedad paralizante en los niños, dijeron el lunes funcionarios de salud de Estados Unidos.

ARCHIVO - Esta imagen provista por los Centros de EE.UU. para el Control y Prevención de Enfermedades muestra numerosos viriones Enterovirus-D68 (EV-D68). (Cynthia S. Goldsmith, Yiting Zhang/CDC via AP).
Esta imagen provista por los Centros de EE.UU. para el Control y Prevención de Enfermedades muestra numerosos viriones Enterovirus-D68 (EV-D68). (Cynthia S. Goldsmith, Yiting Zhang/CDC via AP).
Todavía no está claro qué está causando que los niños pierdan la capacidad de mover la cara, el cuello, la espalda, los brazos o las piernas. Los síntomas tienden a aparecer aproximadamente una semana después de que los niños tienen fiebre y enfermedades respiratorias.

Nadie ha muerto a causa de la enfermedad rara este año, pero se le atribuyó una muerte el año pasado y puede haber causado otras en el pasado.

Además, los funcionarios de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades dicen que muchos niños tienen parálisis duradera. Y casi la mitad de los niños diagnosticados con este año fueron ingresados en unidades de cuidados intensivos y conectados a máquinas para ayudarlos a respirar.

La condición se ha comparado con la polio, una enfermedad paralizante que una vez afectó a decenas de miles de niños en EE. UU. al año. Esos brotes terminaron después de que una vacuna contra la polio estuvo disponible en los años cincuenta. Los investigadores del brote actual han descartado la poliomielitis, al no encontrar evidencia de ese virus en casos recientes.

El misterio actual se remonta a 2012, cuando se observaron tres casos de debilidad de extremidades en California. La primera ola real de enfermedades confirmadas se observó en 2014, cuando se informaron 120. Otra ola más grande ocurrió en 2016, cuando hubo 149 casos confirmados. En lo que va de año, se han confirmado 158 casos.

En 2015 y 2017, los conteos fueron mucho más bajos, y no está claro por qué.

La afección se llama mielitis flácida aguda o AFM. Los investigadores han sospechado que es causado por un virus llamado EV-D68. La ola de 2014 coincidió con una gran cantidad de infecciones por EV-D68 y el virus "sigue siendo la hipótesis principal", dijo la Dra. Ruth Lynfield, miembro de una Fuerza de Tarea AFM de 16 personas que el CDC estableció el mes pasado para ofrecer asesoramiento a los investigadores.

Pero hay desacuerdo acerca de cuán fuerte es el EV-D68 sospechoso. Las ondas de AFM y ese virus no han coincidido en otros años, y las pruebas no detectan el virus en todos los casos. Los funcionarios de los CDC han sido cada vez más cautelosos al decir que el virus desencadenó las enfermedades en este brote.

De hecho, las infecciones por EV-D68 no son nuevas en los niños, y muchos tienen anticuerpos contra ella.

¿Por qué el virus estaría causando repentinamente estas enfermedades paralizantes?

"Esta es una pregunta clave que nos ha confundido", dijo la Dra. Nancy Messonnier, de los CDC.

Los expertos también dijeron que no está claro por qué los casos están aumentando en ciclos de dos años.

Otro misterio: más de 17 países han reportado casos de AFM dispersos, pero ninguno ha visto oleadas cíclicas como lo ha hecho Estados Unidos.

Cuando ha habido una ola en los Estados Unidos, los casos se dispararon en septiembre y se redujeron significativamente en noviembre. La semana pasada, los funcionarios de los CDC dijeron que el problema había llegado a su punto máximo, pero advirtieron que la cantidad de casos aumentaría a medida que los investigadores evaluaran las enfermedades que ocurrieron antes.

Hasta el lunes, había 311 informes de enfermedades aún en evaluación.

Los casos confirmados de este año se reparten entre 36 estados. Los estados que más tienen son Texas, con 21, y Colorado, 15.

Para que se cuente una enfermedad, el diagnóstico debe incluir una resonancia magnética que muestre lesiones en la parte de la médula espinal que controla los músculos.

VOA