Un grupo de expertos de
Los especialistas llevaron a cabo investigaciones acerca de las conductas relacionadas con el estrés y las emociones negativas, y su vínculo con las enfermedades cardiovasculares. No se trata de los enojos cotidianos habituales, moderados y pasajeros, sino de los estados de ira y emociones negativas, muchas veces no manifestados de la manera adecuada. Las actitudes explosivas y desmedidas son justamente las que pueden acompañarse de riesgos para la salud, particularmente en la esfera cardíaca.
Los que sostienen estos conceptos, liderados por
A veces no es la ira, sino otros estados emocionales negativos frecuentemente asociados (ansiedad y depresión, por ejemplo) los que tendrían la relación directa con los cuadros cardiológicos.
Una conexión peligrosa
Los científicos sostienen que los enojos o los episodios de ira son capaces de actuar como detonante de una respuesta del tipo “lucha-huida”; de este modo también potenciarían los niveles de estrés, que desencadenan una cascada de manifestaciones neuroquímicas similares a las que se producen cuando un individuo cualquiera se está enfrentando con una situación crítica. Este tipo de reacciones en condiciones normales es habitual e inofensiva, porque justamente sólo se desencadenan en presencia de una crisis intensa, pero se tornan peligrosas en los pacientes con ánimo negativo sostenido en el tiempo.
Las hormonas del estrés, según ya había sido sugerido desde hace un tiempo, pueden relacionarse con la formación de placas de aterosclerosis, que afectan la luz de las arterias, mientras que los enojos intensos y continuados pueden incluso provocar alteraciones en los impulsos eléctricos que condicionan la actividad del corazón.
Otros investigadores también encontraron elevaciones sanguíneas de una sustancia que es indicadora de estados inflamatorios (denominada proteína C-reactiva), que está muy ligada al proceso de desarrollo de aterosclerosis.