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Enfermedades cardíacas y emociones negativas

Un grupo de expertos de la Escuela de Salud Pública de Harvard señaló un hecho muchas veces dejado de lado o no considerado con la seriedad que se merece: la relación entre los estados de enojo y las afecciones cardíacas.

Los especialistas llevaron a cabo investigaciones acerca de las conductas relacionadas con el estrés y las emociones negativas, y su vínculo con las enfermedades cardiovasculares. No se trata de los enojos cotidianos habituales, moderados y pasajeros, sino de los estados de ira y emociones negativas, muchas veces no manifestados de la manera adecuada. Las actitudes explosivas y desmedidas son justamente las que pueden acompañarse de riesgos para la salud, particularmente en la esfera cardíaca.

Los que sostienen estos conceptos, liderados por la Dra. Laura Kubzansky citan como ejemplo un importante estudio que incluyó 12.986 sujetos, en la edad media de la vida. En este se demostró que, a pesar de que los niveles de presión arterial estuvieran dentro del rango de lo normal, los que presentaban mayor grado o puntuación de enojo o ira eran más proclives a experimentar cardiopatías (afecciones coronarias) o infarto de miocardio. Las consecuencias de estar crónicamente enojado parecen ser semejantes en ambos sexos. Cuando se encasillaron estos eventos cardiovasculares según los niveles de enojo, se notó que entre los que ostentaban niveles mayores el riesgo de enfermedades coronarias era casi el doble de quienes tenían menores niveles. Con relación a los infartos de miocardio, el riesgo llegaba a triplicarse entre los que experimentaban estados más importantes de ira.

A veces no es la ira, sino otros estados emocionales negativos frecuentemente asociados (ansiedad y depresión, por ejemplo) los que tendrían la relación directa con los cuadros cardiológicos.

Una conexión peligrosa

Los científicos sostienen que los enojos o los episodios de ira son capaces de actuar como detonante de una respuesta del tipo “lucha-huida”; de este modo también potenciarían los niveles de estrés, que desencadenan una cascada de manifestaciones neuroquímicas similares a las que se producen cuando un individuo cualquiera se está enfrentando con una situación crítica. Este tipo de reacciones en condiciones normales es habitual e inofensiva, porque justamente sólo se desencadenan en presencia de una crisis intensa, pero se tornan peligrosas en los pacientes con ánimo negativo sostenido en el tiempo.

Las hormonas del estrés, según ya había sido sugerido desde hace un tiempo, pueden relacionarse con la formación de placas de aterosclerosis, que afectan la luz de las arterias, mientras que los enojos intensos y continuados pueden incluso provocar alteraciones en los impulsos eléctricos que condicionan la actividad del corazón.

Otros investigadores también encontraron elevaciones sanguíneas de una sustancia que es indicadora de estados inflamatorios (denominada proteína C-reactiva), que está muy ligada al proceso de desarrollo de aterosclerosis.