Cuando las células sanas dejan de ser útiles, inician una cadena de eventos que culmina con su autodestrucción. Pero las células cancerosas eluden este camino suicida y se convierten en “inmortales”. Esto significa que las células afectadas se pueden dividir un número infinito de veces, mientras las condiciones de su entorno sean adecuadas. El resultado es que crecen sin control, haciendo que se formen tumores.
El descubrimiento, presentado en el marco de un congreso reciente del Instituto Nacional británico de Investigación del Cáncer (NCRI) en la ciudad de Liverpool, abre un camino hacia el desarrollo de nuevos tratamientos contra el cáncer.
Una vía de tratamiento como esta, al evitar ataques directos que puedan causar daños colaterales en células sanas, y en vez de eso hacer que sean las propias células cancerosas, y solo ellas, las que se autodestruyan, podría representar un avance formidable en la lucha contra el cáncer.
El próximo paso en esta alentadora línea de investigación será constatar cómo funciona este método en otros tipos de cáncer. Si no surgen complicaciones, la técnica finalmente podría ser probada en humanos mediante ensayos clínicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario