Los problemas del sueño constituyen una epidemia global que amenaza la salud y la calidad de vida de hasta un 45% de la población mundial. Comprender mejor el proceso del sueño y aumentar la investigación en esta área de la medicina podría ayudar a reducir el impacto de los trastornos del sueño en la sociedad.
Cuando hablamos de calidad del sueño, tenemos que tener en cuenta algunas de sus características: que tenga una duración suficiente, la continuidad de los ciclos de sueño sin interrupción y la profundidad que permita obtener un sueño reparador.
Un sueño adecuado es aquel que da lugar a un nivel satisfactorio de alerta durante las horas que permanecemos despiertos, la cantidad de horas de sueño necesaria por día, depende de múltiples factores ambientales, genéticos y sociales. Sin embargo, la restricción crónica del sueño (dormir entre 4 y 7 horas diarias) resulta en un aumento de la somnolencia diurna y genera cambios en la conducta que empeoran a medida que dormimos menos.
¿Cómo respiramos mientras dormimos?
Respirar regularmente durante el sueño es fundamental para el bienestar y la salud. La interrupción frecuente de la función respiratoria durante el sueño es un desorden generalizado y común, llamado apnea del sueño. La enorme prevalencia poblacional de trastornos, como el síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) que llega en algunos estudios a sugerir que en adultos 24% de los hombres y 9% de las mujeres lo presentan en toda la gama de severidad (Young et al)
Recordemos que los principales factores de riesgo asociados al desarrollo del SAHOS son: la obesidad, el sexo masculino, el incremento de la edad, la menopausia, las alteraciones de la anatomía craneofacial y del cuello, ya sean congénitas y/o adquiridas, el hipotiroidismo, los antecedentes familiares de la asociación de ronquido-SAHOS y también el uso de sedantes, tabaquismo y alcohol.
Los trastornos de la respiración durante el sueño también pueden provocar hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, enfermedad coronaria, enfermedad cerebrovascular, hipotiroidismo y síndrome metabólico. Además, son un factor de riesgo para trastornos mentales como depresión y ansiedad. A su vez, el control de estos trastornos mejora la calidad de sueño.
La incapacidad para obtener la calidad del sueño deseada puede conducir a cuestiones como falta de atención, disminución de la concentración y del rendimiento académico, y aumenta el riesgo deaccidentes automovilísticos. Están actualizadas y publicadas las directivas, donde se describe la relación entre, la somnolencia diurna, la apnea del sueño y el riesgo de conducir. El SAHOS es el trastorno médico más común que causa somnolencia diurna excesiva y, conduciendo, el riesgo de somnolencia aumenta dos o tres veces.
Este año, la Asociación Mundial de Medicina del Sueño, propone enseñar y concientizar a la población, con el lema “Dormir bien es un sueño alcanzable”. Desde la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria creen que las campañas de difusión y conocimiento de la apnea del sueño contribuirán ampliamente a disminuir el sub-diagnóstico y las consecuencias que la falta del mismo, o la demora, en hacerlo tendrán sobre nuestros pacientes.
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