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Bulimia y Anorexia: Manifestaciones parecidas, trastornos distintos

La bulimia comparte aspectos con la anorexia, pero los criterios utilizados para su diagnóstico son diferentes: atracones repetidos en los que se ingieren grandes cantidades de alimento -mucha mayor cantidad que lo que comería cualquiera en las mismas circunstancias-, además de acompañarse de sensación de pérdida de control sobre la situación. A estos atracones se le añaden conductas para "compensar" los atracones, como vómitos, presentes en casi todos los casos, laxantes, diuréticos, enemas y periodos sin comer.

Diagnóstico de bulimia

Estos episodios deben suceder al menos dos veces por semana durante los últimos tres meses. Los que sufren este problema confiesan que el peso y la silueta tienen gran influencia en la autoimagen, de igual manera que en la anorexia nerviosa. Si aparecen todos estos criterios pero los episodios de atracones no cumplen la frecuencia establecida nos encontramos con un Trastorno del Comportamiento Alimentario No Especificado (TCANE), pero no ante una bulimia nerviosa.
Si además de estos comportamientos característicos se suman las manifestaciones físicas de una anorexia (pérdida de peso superior al 15% del ideal y la falta de menstruaciones) se habla de una anorexia purgativa. Al igual que en el caso de la anorexia nerviosa, en la bulimia también existen especificaciones distintas como la bulimia purgativa -la más frecuente- en la que aparecen vómitos, y en la que los afectados usan laxantes, diuréticos y enemas, entre otros. Asimismo, hay otro tipo, la bulimia no purgativa, en la que la compensación de los atracones se realiza por medio de ayunos y de realizar ejercicio físico intenso.

Causas

Las causas de estos problemas con la alimentación son muy variadas y dependerán de a quién afecten y de la coincidencia de los diferentes factores de riesgo, como el propio hecho de ser mujer, vulnerabilidad por factores genéticos -que se calcula que influye entre un 50% y un 60%-, los cambios del organismo en la pubertad, una familia con tendencia a la perfección o presentar una personalidad perfeccionista resistente al estrés del esfuerzo, factores socioculturales -como la influencia de la familia, del círculo de amigos y de los medios de comunicación-, realizar actividades físicas consideradas de riesgo, como gimnasia y patinaje artístico, animación, cheerleaders o danza, entre otras.
La moda, el papel social de la mujer, los medios de comunicación, la proliferación de los productos y servicios para adelgazar, la publicidad, el rechazo a la obesidad y el sobrepeso, la exhibición del cuerpo y los modelos públicos son algunos de los fenómenos aceptados socialmente que influyen negativamente en la difusión del culto al cuerpo.
Los expertos apuntan que el perfil tipo de una persona susceptible de verse afectada por un trastorno de alimentación es: mujer, caucásica, de entre 12 y 24 años, de alto rendimiento académico, bajo una gran presión familiar o personal, orientada al alcance de metas y altas expectativas. A menudo, asimismo, existen problemas familiares, de estrés, distanciamiento, con poca afectividad y falta de comunicación en el seno del hogar. Suelen buscar conseguir el control sobre determinadas situaciones y, a veces, existe un conflicto con la madre. Tener una madre sobreprotectora o algún miembro de la familia que sufre obesidad también es muy común.

CONDUCTAS BULÍMICAS

Algunas conductas que orientan sobre una situación de bulimia son:
Engaño sobre la alimentación y las conductas de purga.
Nerviosismo a las horas de comer.
Desaparición de comida de la cocina.
Encontrar comida escondida en bolsos y cajones.
Ausentarse para ir al baño al final de las comidas con excesiva frecuencia.
Cambios de ánimo o de carácter (depresión, irritabilidad...).
Aislamiento de amigos y familiares.
Evitar lugares públicos donde haya comida.

Sobre la Pista

El problema de estos trastornos del comportamiento alimentario es que las mismas consecuencias psicológicas, fisiológicas y psicosociales los mantienen y los agravan. La malnutrición que conlleva la anorexia altera los neurotransmisores cerebrales que, a su vez, provocan alteraciones en el humor, aumenta la obsesividad, la compulsividad, la propia distorsión de la imagen corporal y el hambre. Todo eso refuerza la propia anorexia.
Los conflictos familiares son continuos en el caso de la anorexia y muy frecuentes en la bulimia, especialmente si la familia conoce la realidad. Hay una situación colectiva de estrés y tensión, sobre todo durante las comidas, que empeora el estado emocional y la ansiedad que estas personas ya manifiestan ante los alimentos. Todo esto favorece el aislamiento social, el estado depresivo y la alteración emocional que sufren. A todo ello, además, se le suma una baja autoestima que aumenta progresivamente a causa de la propia situación.

Signos de alarma

Manifestaciones secundarias al déficit nutricional o a vómitos pueden poner sobre aviso de un problema
Los especialistas insisten en que hay que estar atentos a los signos de alarma, pues la mayoría de las personas afectadas, bien sea por anorexia nerviosa o bulimia, no reconocen que sufren un trastorno de alimentación. Una situación de adelgazamiento extremo sin causas médicas determinables, cambios de humor como irritabilidad y tristeza, retracción y aislamiento social progresivo y amenorrea podrían hacer sospechar que se está ante una anorexia nerviosa.
En el caso de la bulimia es más difícil ver signos claros si no alude a ellos la propia persona que la sufre o bien se presencian atracones o conductas compensadoras, como ausencias frecuentes durante las comidas. Sin embargo, hay pequeños detalles que pueden poner sobre aviso: alteraciones dentarias, estomatitis, gingivitis, caries dentales, inflamaciones de glándulas salivales y parótidas y alteraciones gastrointestinales; todas ellas debidas al déficit nutricional o a causa de los vómitos autoinducidos.

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